En él se señala “un número excepcionalmente elevado de infecciones no se detecta (aproximadamente una de cada 30)”, que aunque la alta prevalencia de enfermedades crónica ha contribuido en las elevadas tasas de mortalidad, incluso en población no anciana, pues señala que el 50.6% de las muertes se han producido entre la población de menos de 65 años, en comparación con el 18.7% de Estados Unidos, que existe una proporción de muertes extrahospitales alta, estimado en 58%, según cifras del INEGI.
Desde las primeras páginas del documento elaborado por investigadores del Instituto de Ciencias de la Salud Global, de la Universidad de California, San Francisco, se advierte que las consecuencias han sido devastadoras, por lo que es necesario instituir algún nivel de responsabilidad política por un liderazgo y desempeño deficientes.
“No es una coincidencia que los países con el peor desempeño en su respuesta a la pandemia de COVID-19 tengan líderes populistas. Tienen rasgos en común, como minimizar la gravedad de la afección, desalentar el uso de mascarillas, priorizar la economía sobre salvar vidas y negarse a unir fuerzas con oponentes políticos para desplegar una respuesta coherente”, escribe el director del Instituto, Jaime Sepúlveda.
También han interferido activamente en la implementación de políticas sanitarias sólidas, por razones políticas.
Jaime Sepúlveda.
En el estudio participaron Eduardo González-Pier, del Wilson Center, Carlos del Río, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory, y Enrique Cárdenas, presidente comité ejecutivo de Signos Vitales, además de otros especialistas.
Además se tuvo el apoyo de otros expertos consultados como el ingeniero químico Alejandro Cano, el economista Luis de la Calle, el exsecretario de Salud Julio Frenk, el presidente de México Evalúa y el COMEXI, Luis Rubio, la presidenta de El Colegio de México, Silvia Giorguli, el académico del Tec de Monterrey, Carlos Elizondo, y el director del Instituto de Nutrición, David Kershenobich, entre otros.