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La irresponsabilidad tiene nombre, dice autora de "Un daño irreparable"

Laurie Anne Ximénez, académica de la UNAM, afirma que la decisión más negligente de López-Gatell que llevó a una tragedia en México fue no aspirar a contener los contagios.
jue 11 febrero 2021 06:00 AM
Doctora Laurie Ann
En su libro 'Un daño irreparable', la investigadora hace un repaso de los principales hechos relacionados con la pandemia y de las decisiones tomadas por las autoridades.

El libro Un daño irreparable, de Laurie Anne Ximénez-Fyvie, comenzó a circular en el país tanto en librerías como en mensajes de WhatsApp con una velocidad similar a la de los contagios de COVID-19 durante el repunte de la epidemia. Las más de 200 páginas denuncian lo que la jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM llama una “gestión criminal” de la pandemia, encabezada por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

El último capítulo se llama “La politización de las vacunas” y abarca apenas el arranque del plan de inmunización de COVID-19, por lo que ya no alcanza a documentar el contagio del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien la autora también responsabiliza de lo que ha sucedido en el país. Con esto último, dice que ya hay material para una segunda parte del que ya ha sido catalogado como un best seller.

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En entrevista, un día después de que el Ejecutivo regresó a sus conferencias matutinas tras su convalecencia por la enfermedad, Ximénez-Fyvie afirma que fue lamentable que López Obrador rechazara el uso de cubrebocas, una de las medidas calificadas como efectivas para mitigar contagios.

Después de salir de la convalecencia de COVID-19, lo primero que se le ocurre al presidente decir es que no es necesario ponerse cubrebocas. Ese mensaje le da a 129 millones de mexicanos, en un momento crítico de la pandemia. Ese calibre de irresponsabilidad tiene nombre. Es terrible”, afirma.

Pero no es el único responsable, afirma que ninguna decisión importante se toma sin pasar antes por los ojos del Ejecutivo, y que hay otros personajes que no hicieron más, como los gobernadores de los estados; el secretario de Salud, Jorge Alcocer, y el Consejo de Salubridad General (CSG), pero para ella el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, López-Gatell tiene una carga mayor.

El doctor López-Gatell es quien sentó la estrategia, lleva una carga de responsabilidad mucho mayor que los demás.

En el libro se califica al encargdo de la pandemia como “negligente e indolente”. Incluso, lo compara con Josef Mengele, “el inhumano médico de las SS” (la Schutzstaffel o fuerza militar del régimen nazi). Laurie Ann lo llama “niño mimado de López Obrador”, cínico, lo acusa por su “verborrea”, de hacer “comparaciones mañosas” y de tomar decisiones caracterizadas por su “lentitud, pusilanimidad y carencia de visión”.

“No me cansaré de repetirlo: el precio de la vacilación y pusilanimidad de las autoridades para actuar con rapidez y contundencia al inicio de la pandemia se está pagando con el sufrimiento y la vida de miles de mexicanos”, dice en una de las páginas del libro.

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La directora de la iniciativa Salvemos con ciencia, surgida en el 2020 para apoyar en la gestión de la epidemia, cuenta que la editorial Planeta se acercó para preguntarle si tenía interés en recopilar lo que había escrito en una de sus columnas en Reforma que se volvió viral, titulada “El fiasco del siglo”, en redes sociales y entrevistas para asentarlo en un libro y dijo que sí.

Asegura que aunque oficialmente se han reportado más de 166,000 decesos, estamos arriba de los 430,000 y que no hay manera de revertir lo que se ha hecho mal, pues no se puede resucitar a las miles de muertos.

“El libro lo intitulé Un daño irreparable para hacer honor a todas las vidas perdidas innecesariamente por la pandemia a raíz de la terrible gestión de la pandemia en el país”, dice.

Para Laurie, todavía hay algo que se puede hacer y la intención de su libro es hacer ver la importancia de cambiar la estrategia, “es un reclamo para que venga un cambio de estrategia y se disminuya la perdida de vidas en este periodo que ha sido realmente tan trágico y catastrófico para nuestra nación. ¿Se puede hacer algo? Sí. ¿El daño se puede reparar? No. El daño no se puede reparar, a menos que pretendan revivir a los muertos”, afirma en entrevista.

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El libro ha sido controvertido. En redes lo mismo la critican que la aplauden, pero para ella no hay dos bandos “solamente hay un bando, el bando que está de lado de la salud y la vida de los mexicanos y el otro bando que le interesan las posiciones políticas”. Insiste en que nadie ha discutido la veracidad de lo que escribió, pues cita palabras del subsecretario de Salud.

“Es un recuento, testimonio documentado de lo que ha pasado y cómo ha pasado y está evidenciado por propios documentos oficiales, cómo van a rebatir eso, no se puede rebatir, esto es lo que ha pasado y lo que ha pasado ha llevado a más de 430,000 personas a morir”, asegura.

Aquí un fragmento de la entrevista:

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¿Cuál considera que es el acto más negligente realizado durante la pandemia?
La acción más negligente fue haber escogido una estrategia que no consideraba la contención de los contagios, a raíz de ese error se deriva todo lo demás. López-Gatell soñó con algo que se vislumbraba como una imposibilidad, administrar los contagios, es decir no importa que la gente se infecte, mientras no se infecten todos al mismo tiempo, es la mentalidad de Gatell. Tarde o temprano esto iba a fracasar y ya fracasó.

Todas las estrategias son exitosas basadas en eso en detener los contagios, contener los contagios en la comunidad. Entonces, el error principal ha sido ese, y de ese se derivan todos, como no pretende detener los contagios para qué hacer más pruebas es una inversión inútil.

¿Hugo López-Gatell es el único culpable?
No. Él no es el único culpable. El doctor López-Gatell es quien sentó la estrategia, lleva una carga de responsabilidad mucho mayor que los demás y la razón es muy sencilla porque tiene las credenciales y conocimiento para saber qué se tiene que hacer y ha decidido encaminarse a una estrategia que va en contra de la evidencia científica y a sabiendas de que la evidencias indican que aquí lo único que está pasando es que estamos sumando cadáveres y él sigue sobre esa estrategia.

El presidente de la República lleva responsabilidad, el presidente de la República es quien decide todo. Esa es la forma como nuestro gobierno se maneja. No hay una sola decisión importante que no pase por los ojos y que requiera aprobación del presidente. Entonces, el presidente, también los gobernadores de los estados, por qué algún estado no hizo algo diferente, por qué no tomaron medidas distintas, han hecho puras cosas un poquito demagógicas. Y qué pasa con el secretario de Salud, por ejemplo, dónde está el secretario de Salud, él no toma decisiones, es un florero, es decorativo, es una pieza decorativa o qué.

Hay mucha responsabilidad para dar y regalar sin duda, no solo es de López-Gatell aunque López-Gatell es quien ha centrado la estrategia. Él es quien ha sentado esta estrategia funesta, entonces por qué lo critico más a él, por eso.

¿Hay algo que considere que hizo bien López-Gatell?
(Piensa un momento). Dar tantas conferencias de prensa, está bien que dé información diaria. Está bien que dé información diaria. No está bien la información que da, pero está bien que haya tenido la inclinación para diario estar informando.

¿Quién sería una persona más adecuada o debería ser un grupo de especialistas?
Debería ser un grupo de especialistas. ¿Quién? Nadie. Esta manera de pensar a la antigua, se le sigue llamando el “zar del COVID”, el zar de no sé qué, el zar antidrogas, los zares ya no existen, qué mentalidad retrograda tenemos aquí.

Creo que si la pandemia nos ha demostrado algo es precisamente eso, que esas posiciones de súper poder donde una sola persona está tomando decisiones que impactan sobre la vida de 129 millones de personas, no lleva a nada bueno, porque esas decisiones pueden empezarse a tomar –como ahora se están tomando– de forma completamente arbitraria. Si dejamos morir a medio millón o un millón o más de mexicanos, que así sea, por qué, porque hay un zar tomando todas las decisiones.

Tenemos el Consejo General de Salubridad. ¿Dónde están?, ¿por qué no opinan?, ¿por qué no alzan la voz?, porque dependen de la Secretaría de Salud y si la Secretaría de Salud los quiere poner en una hielera y no convocarlos y no permitirles voz, puede hacerlo y entonces así están, callados, pero tendría que ser un grupo que llegaran a consensos, que no tuviera estos tintes políticos que tiene López-Gatell y el secretario de Salud.

¿Considera que se puede tener un control de la pandemia sin política?
Sí.

¿Algún país lo ha logrado? ¿Tomar decisiones apolíticas?
Claro. Decisiones por salvar vidas, decisiones por ver por el bien. Estamos tan maleados con estos discursos demagógicos que además nos tragamos enteritos y no solo eso, les agregamos limón y sal, y nos encanta. No sé qué está pasando, en qué nivel intelectual estamos los mexicanos que nos tragamos todo ese discurso demagógico.

La académica explica el caso de Taiwán y Nueva Zelanda, donde sus dirigentes Tsai Ing-wen y Jacinda Ardern, respectivamente, tomaron decisiones que las podían afectar políticamente, pero que asegura tuvieron el valor de tomarlas para ver el beneficio de su gente, más allá del suyo.

“Estas personas tomaron decisiones muy complicadas, muy peligrosas, visionarias y las tomaron pensando en el bien de su gente, la vida y el bien de su población asumiendo el riesgo político que hubiera significado para ellas de haberse equivocado en la decisión y sin embargo lo hicieron, se puede claro que se puede”, afirma.

¿Vio bien el cambio que hizo Claudia Sheinbaum en la capital?
Absolutamente. Para hacerle honor a la jefa de Gobierno, así intitulé una parte del libro: ‘Solo ella’. Se puede quererla o no quererla, estar de acuerdo con ella o no, ahí es donde viene la parte apartidista, podría estar de acuerdo o no con ella en lo personal, por sus inclinaciones políticas, pero lo reconozco, ha hecho las cosas de mucho mejor manera. Lamentablemente, no han tenido los resultados positivos que todos deseamos, no han tenido resultados positivos que todos deseamos.

Claudia Sheinbaum no es una indolente, como López-Gatell, se nota que ella no maneja esa indolencia que maneja López-Gatell o su séquito. Ella sí procura que las cosas vayan mejor incluso saliéndose del discurso, de la narrativa que guía el gobierno.

Ximénez-Fyvie enumera que ha procurado hacer más pruebas, ha tratado instruir estrategias para el rastreo de contactos, ha puesto kioscos, y aunque parece “una tontería”, comenta que desde antes de que el cubrebocas se volviera un tema, ella apareció en una mañanera con el cubrebocas, dando el ejemplo. “Parece un gesto, pero eso dice mucho porque estaba dando un mensaje desde el principio y era el mensaje correcto”, señala.

¿Y ahorita que decidió abrir plazas y restaurantes, o sea una apertura en medio de una crisis?
Es una persona que tiene que tomar decisiones muy difíciles. Muy difíciles. Porque si no abre los centros y restaurantes, va a dejar que todos los restauranteros se vayan a la quiebra, eso nos llevaría a algún bien, o sea son decisiones demasiado complicadas.

No tiene cómo ganar, esa es la verdad, eso es lamentable, lleva parte de culpa porque desde el principio se tuvo que haber hecho de otra forma, pero todavía hay que hacer, todavía se puede tomar el toro por los cuernos y controlar la epidemia, no todo está perdido, insisto lo de atrás no tiene reparación, pero hacia delante hay mucho por hacer y hay que hacerlo.

Ella está bien asesorada, tiene gente como Eduardo Clark, es un persona que tiene la intención de hacer las cosas lo mejor posible, las cosas no han salido de maravilla, pero se armó de un equipo que tiene esa capacidad.

¿Le faltaría tomar decisiones como la primer ministro de Nueva Zelanda?
Sí, tal vez. Como la presidenta de Taiwán. La Ciudad de México es todo un país en sí mismo, es un paquete gigantesco. Hay mucho que se tiene que hacer en la CDMX, pero esa es la cosa, controlar la Ciudad de México, controlaría el 60% de la pandemia y una estrategia que funcione en la Ciudad de México, ahora es muy fácil instituirla en menor escala en las otras grandes urbes que también tienen el problema muy fuerte, Guadalajara, Nuevo León, Chihuahua, si la CDMX lograra establecerlo y entender las dimensiones del esfuerzo que se necesita hacer de entrada podría después ser replicado en lo demás, pero ya controlando la mayor parte de la pandemia en el país, esperemos que encuentren una forma de hacerlo.

Está en una situación muy complicada, entre la espada y la pared y si se mueve para allá la van a apedrear y si se mueve para acá también, entonces tiene que llegar a un justo medio en donde es muy difícil, no me gustaría estar en sus zapatos.

¿Qué expectativa se tiene después del contagio de AMLO y con el plan de vacunación?
Tal vez necesitamos escribir el segundo tomo, ya empezamos a tener mucho con qué. Este episodio tan lamentable del día de ayer sin duda tendrá que quedar asentado en donde después de salir de la convalecencia de COVID-19, lo primero que se le ocurre al presidente decir es que no es necesario ponerse cubrebocas, ese mensaje le da a 129 millones de mexicanos, en un momento crítico de la pandemia.

Ese calibre de irresponsabilidad tiene nombre. Es terrible.

Está dando más material, para dónde vamos, tristemente como pintan los siguientes meses, pintan muy, es un panorama sombrío en el que estamos, la vacunación va demasiado lenta, tenemos ya a las variantes que son más contagiosas, que posiblemente lleven a las vacunas a perder algo de efectividad, que probablemente podrían estar ya evolucionando hacia tornarse variantes más agresivas, más virulentas que provoquen una enfermedad más agresiva.

Los siguientes meses sin vacuna, sin estrategia de contención, con los contagios en escalada, las muertes en escalada, los hospitales a tope, la gente cansada, los profesionales de la salud ya completamente devastados, cómo pinta nada más hay que sumar todo esto y pinta muy mal.

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