El sociólogo plantea que si ya se vivían en las ciudades los conflictos de tránsito o en el transporte público, con esta desconfianza esto se va a agravar, porque nuestros márgenes de tolerancia y reconocimiento al otro se van a reducir bastante, por lo que muchas personas intentarán “regresar al hogar”, por considerarlo el espacio donde te vas a sentir seguro.
“A esto le llamamos el síndrome del prisionero, síndrome del manicomio, es un síndrome que cuando una persona sale de prisión después de muchos años, por un periodo en el cual ya hizo su normalidad, sale y se enfrenta a situaciones inciertas afuera, intenta regresar a ese ámbito que le daba seguridad, aunque no hubiera sido el mejor, ni el que le dio mayor satisfacción, pero sí mayor seguridad”, explica.
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Al propósito considera que esto va a provocar que estemos más dispuestos a sacrificar mayores índices de control por encima de las libertades, y que repensemos nuestros hábitos de socialización y el concepto de casa, ya que hacíamos prácticamente todas nuestras actividades afuera y durante la pandemia se trasladaron todas las actividades al hogar, por lo que se disolvió la línea entre lo público y lo privado.
“La nueva normalidad tiene que ver con reconstruir el tema de confianza, el tema proximidad con otro y reconstruir nuestra relación entre lo público y privado del hogar, eso será el reto para reconstruir nuestra normalidad”, afirma.