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¿Listos para salir? Miedo y angustia dominan ante el desconfinamiento

Sociólogos señalan que la pandemia cambió nuestra forma de relacionarnos, por lo que el reconstruir la “nueva normalidad” también implica el contacto con el otro.
sáb 30 mayo 2020 07:00 AM
Sana distancia coronavirus
Con la llegada de la "nueva normalidad" y el empezar a salir a las calles, puede incrementar nuestros niveles de intolerancia y desconfianza hacia el otro por desconocer si tiene o no COVID-19 y si estamos o no en riesgo.

Salir a las calles después de dos meses y medio de confinamiento, presenta un reto para los seres humanos en términos de las relaciones sociales y de cómo nos desenvolvemos en la sociedad.

La desconfianza en el otro, encontrar el hogar como un lugar seguro, al tiempo que buscamos el acercamiento físico con otros, son algunos aspectos a considerar ante el fin de la Jornada de Sana Distancia y el regreso a la “nueva normalidad”.

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Felipe Gaytán, académico de la Universidad La Salle, señala que en la reconstrucción de la cotidianidad, luego de estar conviviendo en espacios cerrados, es probable que la desconfianza hacia el otro al no saber si está contagiado de COVID o no aumente, y que la gente prefiera estar en sus casas por considerarlo un lugar “seguro”.

“¿Qué pasará después de que empecemos a salir a la calle”, cuestiona el investigador al señalar que una consecuencia será el cómo guardar la distancia y a volver a convivir con el otro, cuando no sabemos si es asintomático o nos va contagiar, por lo que es probable que nos alejamos como mecanismo de autodefensa.

“Cuando se acabe el confinamiento, vamos a tener una salida pautada, sí, pero también va a haber una especie de angustia y miedo (…) no sabes si el nivel de riesgo en el que estás ubicado va a ser muy alto o muy bajo, porque los parámetros de vigilancia epidemiológica se van a relajar un poco”, dice.

Mantener la distancia, se puede convertir en un elemento de desconfianza con el otro, y desconfiar del otro implica que nuestros niveles de tolerancia, de aceptación y de respetar al otro se vuelva mínimo.

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El sociólogo plantea que si ya se vivían en las ciudades los conflictos de tránsito o en el transporte público, con esta desconfianza esto se va a agravar, porque nuestros márgenes de tolerancia y reconocimiento al otro se van a reducir bastante, por lo que muchas personas intentarán “regresar al hogar”, por considerarlo el espacio donde te vas a sentir seguro.

“A esto le llamamos el síndrome del prisionero, síndrome del manicomio, es un síndrome que cuando una persona sale de prisión después de muchos años, por un periodo en el cual ya hizo su normalidad, sale y se enfrenta a situaciones inciertas afuera, intenta regresar a ese ámbito que le daba seguridad, aunque no hubiera sido el mejor, ni el que le dio mayor satisfacción, pero sí mayor seguridad”, explica.

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Al propósito considera que esto va a provocar que estemos más dispuestos a sacrificar mayores índices de control por encima de las libertades, y que repensemos nuestros hábitos de socialización y el concepto de casa, ya que hacíamos prácticamente todas nuestras actividades afuera y durante la pandemia se trasladaron todas las actividades al hogar, por lo que se disolvió la línea entre lo público y lo privado.

“La nueva normalidad tiene que ver con reconstruir el tema de confianza, el tema proximidad con otro y reconstruir nuestra relación entre lo público y privado del hogar, eso será el reto para reconstruir nuestra normalidad”, afirma.

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Rescatar la presencia física

Por su parte, la socióloga Miriam de la Torre, de la UNAM, considera que estos días de confinamiento han servido para que las personas reflexionen sobre su papel en la sociedad y cómo ha llevado sus relaciones interpersonales.

Asimismo considera que aunque nos adaptamos a la confinamiento y a esa normalidad, tenemos la necesidad como seres humanos de seguir interactuando, y aunque se haga por medios electrónicos, como WhatsApp o Zoom, la presencia física es irreemplazable.

“Uno delos retos es no dejar morir relaciones interpersonales, porque es de las cosas más fundamental que tenemos los seres humanos porque somos seres sociales”, señala.

De los retos aprender a seguir organizados, aprender a seguir cerca de los demás, porque necesitamos forzosamente de la presencia de alguien más para mantenernos humanos.

La académica insiste en que se debe rescatar y hacer un ejercicio de enseñanza de esta situación que la presencia física nada la iguala y no puede ser sustituida con nada más.

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