¿Crisis política para AMLO? politólogos ven focos rojos rumbo al 2021

Gustavo López Montiel, profesor de Ciencia Política del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), explicó que López Obrador intentó mantener su popularidad con símbolos que fueron exitosos en su campaña, como el avión presidencial, pero eso dejó de funcionarle y tuvo una caída en su popularidad.

Más allá de los símbolos que utiliza, señala que lo que cuenta para el electorado es la economía; así que en el contexto de la crisis provocada por la enfermedad de COVID-19 habrá un voto que mande la señal de que la gente no se siente bien.

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Para el experto, aunque no se puede pensar aún en una crisis política para López Obrador, si se puede decir que se está en puerta, sobre todo para la elección de 2021.

“Estamos en puertas de una crisis política. Lo que hemos visto en los últimos días con el tratamiento del tema del coronavirus y las medidas que están tomando lo que vemos es que está pensando en mantener su base electoral, una base electoral que le permita, sino la mayoría en el Congreso, sí un área de influencia importante. Si vemos la popularidad de Morena que ha bajado más que el Presidente, tendrán problemas para mantener la mayoría que está en el Congreso”, explicó.

El politólogo considera que sí tendría que haber cambios en el gabinete, pero –estima- que López Obrador no tomará esa decisión por considerarlo un signo de debilidad.

“El gabinete es inviable en muchos temas. Sí tendría que estar renovando a varios integrantes de su gabinete como parte del tratamiento preventivo frente a la crisis que se pueda generar por la baja de su popularidad”, señala López Montiel.

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Aprobación a la baja

Dos diferentes encuestas muestran que en medio de la pandemia del coronavirus COVID-19, la aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador ha caído.

Una medición del Gabinete de Comunicación Estratégica, publicada este jueves, indica que solo 37.4% de la población tiene una buena opinión del actual gobierno, lo que representa una caída de cuatro puntos en comparación con el mes de febrero que era del (41.4%) y de 10.6 puntos respecto al mes de enero (48%).

Un resultado similar los reflejó otra encuesta del Grupo de Economistas y Asociados (GEA) e Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA), que fue dado a conocer hace unos días y que mustra que en los últimos tres meses , la aprobación hacia López Obrador pasó del 57% al 47%.

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Nicolás Loza Otero, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), plantea que las acciones erráticas y tardías del presidente ante la crisis sanitaria que existe actualmente están permeando en su popularidad, lo que sería un “foco rojo”, pues si continua así, se tendría a un “Ejecutivo débil”.

El politólogo señala que desde el punto de vista político, se ve a un presidente errático, que pareciera socavar las decisiones sanitarias de su propio gobierno, ya que pese a que desde el fin de semana del 14 y 15 de marzo, tanto la Secretaría de Educación Pública como Salud, hicieron un llamado a tomar medidas extraordinarias ante la epidemia de COVID-19, López Obrador continuó con sus actividades normales y no fue hasta casi hace una semana, cuando se decretó la “emergencia sanitaria” que se empezó a alinear “de manera tímida”.

Estas acciones, considera, han hecho que el presidente no solo pierda aprobación sino también autoridad, y que si eso que está pasando en la opinión pública, dentro de su partido y incluso dentro de su gabinete son un foco rojo.

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Señales confusas

El académico de Flacso explica que “el origen de la erosión en su popularidad”, está en las señalas confusas de las medidas sanitarias implementadas por su gabinete, que se sumaron al manejo del tema de la lucha contra la violencia de género que de por si ya le había costado algo de popularidad a principios del año.

“El manejo de la violencia de género se enlaza inmediatamente con el manejo del tema sanitario, entonces el presidente ha perdido alrededor de 10 o 15 puntos, dependiendo la medición”, comenta, al asegurar que en la medida que siga enviando mensajes erráticos, seguirá perdiendo autoridad, en el sentido más “sociológico o politólogo del termino”, lo que causará un efecto negativo de necesitarse medidas más estrictas.

El otro flanco es la relación con otros gobernadores, como Enrique Alfaro (MC) o incluso la propia Claudia Sheimbaum (Morena), quienes han tomado medidas distintas que las del nivel federal en la crisis sanitaria. Esto sumado a la discrepancia con su propio partido ante las medidas para proteger la economía, y los rumores de desacuerdos o posibles renuncias en su gabinete, inciden en la aprobación del Ejecutivo.

“Pareciera que la principal motivación de López Obrador es salvar su proyecto político, que era hacer un gran gobierno, dejar un legado que pasara a la historia de México, le ha pesado mucho esa pretensión y le ha hecho imposible entender que la crisis lo que le plantea es la sobrevivencia del gobierno y la economía más o menos en los términos en los que actualmente está”, dice Loza Otero.

Insiste que si el presidente deja una economía como la que recogió, ya no como la de hace un año, sería ganancia, pero el mandatario federal sigue pensando que “eso es muy poco y quisiera dejar una economía que esté claramente simbolizada con sus proyectos”, como el Tren Maya o el Aeropuerto de Santa Lucía.

“Yo creo que viene un vendaval económico, en el que si dejara una economía más o menos como la que tenemos ahora, ya sería una gestión de la crisis. Pero él no quiere eso, cree que puede más que eso, y eso lo está cegando”, asegura.

Ivonne Acuña, experta de la Universidad Iberoamericana, coincide en que el gobierno actual aún no atraviesa por una crisis política, pero sí es el momento más difícil desde que inició el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Afirma que lo que determinará si el presidente cae o no en una crisis política, será el éxito o fracaso que tenga su estrategia de salud para enfrentar el coronavirus.

“En muy poco tiempo sabremos si esta estrategia es la adecuada o no, si estas medidas para achatar la curva funcionan o no, esto va a tener un costo político”, plantea.

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