Aunque asegura que no estaba en sus planes ser el presidente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, reconoce que la confrontación con algunos morenistas valdrá la pena si al asumir esa responsabilidad por tres meses logra que queden atrás las judicializaciones, los conflictos internos y que el partido cuente con una dirigencia con fuerza y legitimidad.
“Vale la pena porque lo que estoy haciendo es colaborando. Yo no tengo ninguna pretensión de quedarme ni de participar como posible dirigente, simple y sencillamente quiero cumplir con el mandato unánime que salió del Congreso nacional de poner a todos los actores en acuerdo, y de esta manera lograr que las cosas marchen para que la nueva dirigencia tenga una gran fuerza, una gran legitimidad y podamos enfrentar con éxito la contienda de 2021”, asegura.