Los tiroteos, secuestros, incendios, han obligado a un toque de queda autoimpuesto por los pobladores, a cientos de negocios a cerrar antes de que caiga la noche y a otros a dejar de hacer su vida cotidiana.
El ruido de las calles fue sustituido por el silencio que ocasiona el temor.
Cristina Reyes, expresidenta del Colegio de Economistas, recuerda que, aunque los sinaloenses intentan hacer su vida cotidiana, desde hace meses la gente opta por no salir de su vivienda por miedo a ser víctima de la violencia.
“Seguimos viviendo, seguimos tratando de hacer nuestra vida más o menos normal, pero eso no significa que no ha habido diferentes etapas. Una de las etapas cuando esto inició fue un cierre prácticamente total de la economía en el cual hubo días enteros en que la gente no salió de su vivienda, en que el ir por un garrafón de agua era muy complicado. Veías camiones de gente armada, camionetas por todos lados y quemas de camiones, de autos”, afirma.
Culiacán incluso superó a Ecatepec, Estado de México, en percepción de inseguridad.