“Todo sigue igual en el sentido de que mucha gente aún siente el miedo de regresar. Ahorita como nuestras tierras son de cultivo puede que ayude un poquito esta temporada que se avecina de lluvias para que se regresen otras cuantas familias, a trabajar sus tierras, a irle haciendo calor a la casa. Puede que se animen poco a poco a regresar, pero si después de la temporada la gente no regresa, se va a complicar más”, explica el poblador, en alusión a los cultivos de durazno y manzanas que se cosechan en ese territorio.
La vida de las familias de la zona se interrumpió cuando ver a hombres armados manejando a toda velocidad por sus terrenos se convirtió en una constante. Ahora ya no son tan visibles, al menos no en las comunidades más cercanas a Jerez, pero sí en otras cercanas a Fresnillo, uno de los municipios más violentos de la entidad.
“En nuestra comunidad ya no hemos visto a los hombres armados que causaron tantas cosas por acá, pero en la comunidad de Juana González, que tiene un camino que va rumbo a Fresnillo, hay una comunidad que se llama Briseño, ahí es donde poco a poco se han estado refugiando, o es donde la gente dice que los ve, se los encuentran en el camino, ahí se dejan ver”, dice Pedro.
El 15 de junio pasado el gobernador morenista de Zacatecas, David Monreal, visitó la comunidad rural de Sarabía, situada a 15 minutos de Palmas Altas, una de las más destruidas por los enfrentamientos armados que tuvieron lugar en la zona, sobre todo en 2021. Hasta ahora, la comunidad permanece vacía.
Dos días después que el gobernador hizo la visita, el 18 de junio, se registró una balacera en la cabecera municipal de Jerez. Hombres armados irrumpieron en un centro nocturno y secuestraron a un hombre. El mismo día se localizó una bolsa con restos humanos en la capital de Zacatecas, y en el municipio conurbado de Guadalupe se registraron otras cinco agresiones armadas en las que cuatro personas habrían perdido la vida.
“La gente aquí de la ciudad ya es la que siente más miedo del que en su momento nosotros sentimos cuando nos tocó salir del rancho. Antes (las balaceras) se escuchaban en la madrugada o por ahí de medianoche, pero pues ahorita ya son a veces a mediodía”, cuenta el poblador.
Pedro asegura que durante su visita, el gobernador prometió a las familias de las comunidades mejorar el acceso a servicios públicos como luz, agua, drenaje, el acceso a escuelas de educación básica y se emprendió la reconstrucción de las casas que fueron destruidas a punta de bala, pero sobre la violencia poco se comentó. La promesa fue que la zona permanecerá vigilada por elementos del Ejército y la Guardia Nacional.
“Estamos haciendo la petición de que se haga una base militar en esa región. El gobernador dice que ‘no nos preocupemos’ (y Pedro ríe). Si llegaran a decir que ya no corremos peligro y retiran a las fuerzas armadas no sé si todos, pero la mayoría vamos a salir corriendo. También dijo que qué lástima que las cosas se hayan dado de esta forma en esta tierra tan bonita”.
_________________
Nota del editor: El nombre real de Pedro fue cambiado por motivos de seguridad.