Pese a que las autoridades capitalinas buscar poner orden en el trabajo sexual ante la próxima llegada de turistas, esta actividad se ejerce en un vacío legal: si bien no es considerada un delito ni una falta administrativa en la Ciudad de México, tampoco está reconocida como trabajo en ninguna legislación local.
Como consecuencia las personas trabajadoras sexuales se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, afirma Victoria Samano, directora de la organización civil Lleca, dedicada a trabajar con mujeres y personas LGBT+ en situación de calle o en riesgo.
“La falta de reconocimiento del trabajo sexual en las leyes de la Ciudad de México lleva a la criminalización y a que este oficio se desarrolle en circunstancias poco seguras para las compañeras y que a través de eso también haya la explotación sexual, el lenocinio (obtener beneficios económicos a costa de la prostitución de otra persona)”, dice en entrevista con Expansión Política.
Para la activista, se requiere de un marco legal que sea creado junto a las personas que ejercen el trabajo sexual en donde se responda a tres necesidades básicas: derecho a la vivienda, pues muchas trabajadoras sexuales viven en hoteles ante la dificultad de rentar un espacio; derecho a la salud, para tener acceso a los servicios públicos y medicamentos; así como a la seguridad, ya que se encuentran en riesgo ante la operación del crimen organizado.
“Lo principal sería hablar sobre seguridad, para las compañeras trabajadoras sexuales es muy importante, sobre todo cuando el crimen organizado en esta ciudad ha crecido en demasía y son las primeras a quienes están extorsionando en las calles”, sostiene Samano.
En el Congreso de la ciudad no hay actualmente una iniciativa para reconocer el trabajo sexual, aunque el grupo parlamentario de Morena ha señalado que apoyará el establecimiento de protocolos de vestimenta, conducta y horarios.
“Se ha olvidado el tema y creo que los intentos que ha habido desde el Congreso para reconocer el trabajo sexual siempre han sido desde una mirada criminalizante y estigmatizante porque no han buscado el reconocimiento sino la regulación del trabajo sexual”, señala la directora de Lleca.