Arrollamientos en vías
De acuerdo con cifras del propio Sistema de Transporte Colectivo Metro, de 2018 a 2022 se registraron 202 muertes por arrollamiento de personas en vías, la mayoría ocurrida en 2018.
La baja movilidad de pasajeros en la Ciudad de México por la pandemia de covid-19 no redujo los arrollamientos, pues éstos se mantuvieron las cifras similares entre los años 2019 y 2021.
Protocolo a contrarreloj
Luis Lamah, coordinador de protección civil del Metro, explica a Expansión Política que todo corte de corriente eléctrica que causa una interrupción del servicio por más de 10 minutos se le considera un “hecho relevante”, y cuando una persona es arrollada por el paso del tren, la situación entra bajo dicho supuesto.
Desde el momento en que se notifica un arrollamiento, personal del Metro trabaja a contrarreloj para restablecer el servicio lo más rápido posible, pues independientemente de lo importante del suceso de la persona accidentada, el servicio se debe restablecer a la brevedad, ya que del mismo depende la movilidad de miles de pasajeros.
Es por ello que el tiempo promedio para el corte de corriente y el rescate del cuerpo de una persona es de 17 minutos, aunque puede tardar más, dependiendo de la complejidad del hecho.
“¿Qué es lo que se procede a hacer en caso de un hecho relevante? Primero, al corte de corriente eléctrica en vías y después el desalojo de personas en andenes y cuando es posible, de los usuarios en los vagones”, expone.
Para el personal del Metro, un arrollamiento de persona en vías es un acontecimiento que implica atender no solo el lugar específico del hecho, sino también en realizar actividades en andenes, vagones y estaciones afectados por la interrupción del servicio.
Luis Lamah asegura que la seguridad de los usuarios está por encima de cualquier protocolo, lo que incluso le ha valido al Metro molestias de los pasajeros por permanecer dentro de un vagón durante el tiempo que ocurre un rescate, por ser desalojados de los andenes o no permitirles el acceso a las instalaciones.
“En algunas veces, es preferible no desalojar el tren y que se llegue a realizar el rescate o el salvamento. Es un trabajo coordinado con distintas áreas para hacerle entender a las personas el por qué se interrumpió el servicio, sin vernos alarmistas, porque no es ético estarles gritando que vamos a recuperar cuerpos”, señala.