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Mujeres en el grito, pero no en el presupuesto

Si los discursos no se materializan en estrategias y programas articulados que garanticen servicios y derechos para las mujeres, seguimos sin llegar todas, especialmente las más marginadas.
vie 19 septiembre 2025 06:05 AM
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Tras recibir el lábaro patrio de una escolta conformada en su totalidad por mujeres, Claudia Sheinbaum pronunció la tradicional arenga, intercalando los nombres de héroes y heroínas de la independencia, apunta Georgina De la Fuente.

La emoción fue inevitable. En un acto histórico, una mujer encabezó la ceremonia del grito de independencia en el Zócalo capitalino, después de más de dos siglos en que 65 hombres protagonizaron el acto. Así, tras recibir el lábaro patrio de una escolta conformada en su totalidad por mujeres, Claudia Sheinbaum pronunció la tradicional arenga, intercalando los nombres de héroes y heroínas de la independencia. Se nombró a Leona Vicario, a Gertrudis Bocanegra, a Manuela Medina “La Capitana” y, de manera destacada, a Josefa Ortiz Téllez-Girón con sus apellidos de soltera.

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De este modo, la presidenta priorizó la reivindicación del papel de las mujeres en la historia nacional en su primer grito de independencia. “Llegamos todas”, suele decir la presidenta y algunas de sus partidarias. Y es innegable que las mujeres están cada vez más presentes en el espacio público. Sin embargo, su mera presencia en el ámbito de lo público resulta insuficiente para el cierre de brechas de desigualdad que siguen predominando en todos los aspectos de la vida de las mujeres. Peor aún, al revisar las prioridades de gobierno que han sido delineadas en el primer presupuesto de egresos presentado por la presidenta Sheinbaum, se puede constatar que el avance de las mujeres y el progreso hacia la igualdad de género permanece como un asunto superficial y hasta cosmético, sin posibilidad de contribuir verdaderamente al cierre de brechas de desigualdad.

Desde finales del año pasado, celebramos la creación de la Secretaría de las Mujeres dentro del gabinete legal de la presidenta, orientado a materializar los objetivos de igualdad planteados durante su campaña y a transversalizar la perspectiva de género en la administración pública. Entre sus principales objetivos se encontraría, además, la rectoría de un sistema público de cuidados, en reconocimiento de la necesidad de reducir la carga que tienen las mujeres en la realización de estas labores, que representan el 26.3 por ciento del PIB.

Tras un año de existencia, la Secretaría de las Mujeres enfrentará un recorte a su presupuesto en 2026. Pero, además, en su segundo año de gobierno, la presidenta no dispondrá de recursos adicionales para la construcción de un sistema de cuidados que garantice servicios integrales y equitativos como prometió en campaña. Más bien, el presupuesto propone la creación de un Anexo 31 denominado “Anexo Transversal de Cuidados” que concentra, principalmente, programas de transferencias monetarias y apoyos directos. No se contempla la creación de infraestructura o la ampliación de servicios de cuidados con cobertura universal. De este modo, lo que se ha registrado dentro un incipiente sistema de cuidados es más bien un programa de becas, algunos servicios de atención del IMSS y pensiones para adultas mayores.

Por otro lado, se eliminaron algunos programas importantes de atención y apoyo a mujeres víctimas de violencia de género. Por ejemplo, se ha advertido de la desaparición de un programa de refugios especializados para mujeres y sus hijas e hijos y la creación de un nuevo programa de prevención, dejando en la incertidumbre la operación efectiva de refugios que han resultado fundamentales para salvar vidas. Ello resulta preocupante, especialmente en un país en que se asesinan a 10 mujeres cada día.

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Ni qué decir del famoso Anexo 13 del presupuesto. Desde su creación en 2008, este mecanismo ̶ primero en su tipo en América Latina ̶ ha sido fundamental para asegurar recursos etiquetados para programas y acciones orientados precisamente a reducir brechas de desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, la presidenta ha decidido continuar con la tendencia iniciada en el sexenio anterior de construir el Anexo primordialmente con programas de transferencias que, si bien cuentan con población beneficiaria femenina, no necesariamente buscan reducir desigualdades estructurales. Para 2026, Claudia Sheinbaum propuso aumentar las erogaciones programadas en este sentido en un 13.8%. Pero, como ha advertido el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), solo el 21% de los programas incorporados en este Anexo incluyen objetivos explícitos para reducir brechas de género.

Resulta innegable la importancia y el simbolismo de que la primera presidenta visibilice en el ámbito discursivo a las mujeres de México, cuyas contribuciones en todos los ámbitos de la vida nacional han sido minimizadas por siglos. Pero si los discursos no se materializan en estrategias y programas articulados que verdaderamente garanticen servicios y derechos para las mujeres, seguimos sin llegar todas, especialmente las más marginadas. Desafortunadamente, a juzgar por el primer presupuesto de la presidenta, podríamos estar ante un caso más de pinkwashing.

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Nota del editor: Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a Georgina De la Fuente.

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