La cuenta regresiva hacia 2026 nos encuentra con una realidad incómoda: la violencia en y alrededor de los estadios volvió a escalar justo cuando México se prepara para recibir el torneo más visto del planeta. En días recientes, una mujer fue asesinada tras una riña con disparos en el estacionamiento del Estadio Cuauhtémoc en Puebla; en Guadalajara y Monterrey hubo peleas y detenciones en las gradas; y, en el Cono Sur, el partido Independiente–U. de Chile en Avellaneda terminó suspendido por graves incidentes y decenas de heridos. Estos hechos, más allá de las jurisdicciones, envían el mismo mensaje: sin un rediseño integral, los riesgos humanos, económicos y reputacionales se multiplican.
Mundial 2026. Seguridad en estadios, de la reacción a la prevención inteligente

La vara internacional ya está puesta
FIFA exige que la asociación anfitriona cuente con reglamentos comunes de seguridad, manuales por estadio, y medidas de contrainterferencia/contraterrorismo, así como operaciones coordinadas de seguridad y gestión de multitudes. México, por su parte, tiene el Protocolo Interinstitucional “Estadio Seguro” y el Reglamento de Seguridad para Partidos Oficiales, que fijan responsabilidades, mando coordinado, trato a grupos de animación y listas de verificación operativa. El problema no es de papel: es de ejecución consistente, trazabilidad y evaluación basada en datos.
Lo que está en juego
Cada incidente se traduce en sanciones (vetos, juegos a puerta cerrada, multas), pérdida de ingresos por taquilla y abonados, afectación a patrocinadores y marca ciudad. Basta recordar los vetos al Estadio Akron en 2025 para dimensionar el impacto tangible; la literatura internacional sobre hooliganismo también documenta efectos negativos en ingresos y asistencia. No es “costo perdido”: es prevenible.
De la puerta hacia afuera… y de la puerta hacia adentro
Propongo un modelo en cinco capas, diseñado para Mundial 2026 pero útil desde ya en Liga MX.
1) Gobernanza y mando único
Instalar centros de comando y control por sede (C2) con autoridad clara de un Mando Coordinador (seguridad pública) y un Director de Seguridad del Estadio, integrando a club, policía, protección civil, servicios médicos, transporte y fiscalía. Todo juego debe contar con plan operativo validado y checklist de cumplimiento, con auditorías “en frío” y simulacros trimestrales. El andamiaje ya existe en “Estadio Seguro”; hace falta estandarizar métricas y auditorías independientes.
2) Accesos y trazabilidad del aficionado (sin discriminar)
Generalizar un sistema de boletería nominal con FAN ID y control de identidad proporcional a riesgo, con diseño de privacidad de datos (minimización de datos, cifrado, retención limitada y opción para menores a cargo de tutores). El objetivo no es perfilar, sino asegurar que quien compra entradas, y que sancionados no acceden. México ya opera FAN ID; toca conectarlo con vetos efectivos y listas de exclusión temporales con debido proceso.
3) Anillos de seguridad y “zonas calientes”
Diseñar tres anillos: perímetro lejano (tránsito, comercio informal y estacionamientos), medio (taquillas y explanadas) e interno (torniquetes/tribunas). Los datos muestran que muchos hechos críticos ocurren fuera del estadio (estacionamientos y comercio ambulante), por lo que la gestión del entorno—incluidos conflictos por control de espacios—debe integrarse al operativo con inteligencia previa, control territorial y rutas de evacuación.
4) Alcohol: vender menos, vender mejor
La evidencia internacional indica que restricciones a la venta (ventanas de tiempo, límite de bebidas por persona, graduación y cese en el minuto 75) reducen riesgos. Probar partidos piloto sin alcohol en juegos de alto riesgo y monitorear indicadores (riñas, atenciones médicas, detenciones) es una medida razonable y evaluable. No se trata de moralizar, sino de gestión del riesgo.
5) Tecnología útil (no fetiches)
- Torniquetes con validación electrónica y conteo en tiempo real (aforo/flujo).
- CCTV de alta resolución con analítica de aglomeraciones y rutas de escape; cadena de custodia digital para fiscalía.
- Bodycams para jefes de anillo y líderes de brigadas.
- Botón de pánico móvil en la app del club/ciudad sede.
- Toda política de seguridad debe pasar por análisis de impacto a derechos humanos y protocolos de uso, siguiendo guías ONU para grandes eventos.
- Control migratorio inteligente para 2026
- Con flujo trinacional, INM y cancillería deben acordar con federaciones/ligas una lista de exclusión temporal y revisable (debido proceso) para individuos con sanciones vigentes por violencia en espectáculos deportivos, coordinada con Interpol/CONMEBOL/Concacaf. Esto no es criminalizar al visitante; es impedir la “itinerancia violenta” y armonizar con los requisitos de seguridad de FIFA (contramedidas y políticas de exclusión transparentes).
Prevención antes que represión
Capacitación obligatoria y certificada para voluntarios y seguridad privada; protocolos escalonados de intervención (disuasión verbal, separación, extracción, detención), y comunicación con la afición (audio, señalización dinámica, mensajes en app) son herramientas comprobadas. La intervención tardía y descoordinada suele escalar conflictos; la gestión de multitudes bien entrenada los desactiva.
Cerrar el circuito: sanción que sí funciona
La clave es la trazabilidad: si hay agresión, debe existir identidad, evidencia y consecuencia (veto temporal, reparación del daño, canal con fiscalía). Cuando las sanciones se ejecutan —vetos y juegos a puerta cerrada— el mensaje corre más rápido que cualquier campaña. México ya lo vivió con los castigos al Akron; institucionalicemos ese estándar y evitemos arbitrariedades con un Comité de Revisión por sede.
En conclusión…
La seguridad para 2026 no se resolverá con comunicados ni con más vallas, sino con gobernanza clara, datos, tecnología proporcional, control del entorno y sanciones efectivas. Los estadios pueden y deben ser espacios seguros sin militarizarlos. Prevenir es profesionalizar: plan, gente, procesos y rendición de cuentas. Esa es la diferencia entre gestionar un evento… o administrar una crisis.
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Nota del editor: Alberto Guerrero Baena es consultor especializado en Política de Seguridad, Policía y Movimientos Sociales, además de titular de la Escuela de Seguridad Pública y Política Criminal del Instituto Latinoamericano de Estudios Estratégicos, así como exfuncionario de Seguridad Municipal y Estatal. Escríbele a albertobaenamx@gmail.com Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.