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Género y salud. La brecha estructural en el acceso y la calidad de la atención

El orden y mandato patriarcal no sólo ha condicionado las relaciones entre hombres y mujeres, sino la forma de actuar de cada persona con su realidad.
mié 16 abril 2025 06:02 AM
El presupuesto para cáncer de la mujer ha disminuido en algunas instituciones de salud
En nuestro país, las desigualdades de género en materia de acceso a la salud y tiempo y trabajo dedicados al cuidado de otras personas son graves problemas, que están altamente invisibilizados, apunta Abigail Mazón.

Heidi Hartman definió el patriarcado como “un conjunto de relaciones sociales que tiene una base material en la cual hay relaciones jerárquicas entre los hombres y solidaridad entre ellos, lo que les permite dominar a las mujeres y excluirlas del acceso a algunos recursos productivos esenciales”. Se trata, por tanto, de la dominación masculina sobre las mujeres en todos los ámbitos de la vida y la sociedad, basado en construcciones históricas y culturales que han creado una diferencia en el papel que desempeñan mujeres y hombres en lo social.

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Con el paso de los años, las críticas y los debates feministas repensaron la manera de entender el patriarcado, abriendo la puerta a considerarlo como un sistema de opresión que no sólo afecta a las mujeres y los cuerpos feminizados, sino también a otros grupos. Este sistema ha creado, por ejemplo, un mandato de la masculinidad bajo la premisa de los hombres como el “sexo fuerte”, los encargados de proveer, aquellos en quienes descansa el poder y niega cualquier acción y reacción que detente vulnerabilidad. En palabras de Rita Segato, cuando hablamos de la violencia contra las mujeres, “no se trata de una guerra de mujeres contra varones sino contra el patriarcado, que no es una cultura, es un orden político universal”.

El orden y mandato patriarcal no sólo ha condicionado las relaciones entre hombres y mujeres, sino la forma de actuar de cada persona con su realidad. La forma en que accedemos al cuidado y a servicios de salud también se ha visto limitada por la manera en que social y culturalmente nos hemos formado como personas. Desde la crítica feminista a la salud se considera que la medicina y los sistemas sanitarios han sido construidos desde una perspectiva masculina, excluyendo experiencias femeninas en los planes de salud, fabricando medicamentos sin investigación suficiente sobre sus consecuencias en los cuerpos de las mujeres. Además, muchos padecimientos específicos de las mujeres son minimizados o clasificados erróneamente como reacciones emocionales.

Además, las sociedades han encargado a las mujeres el trabajo de cuidados, dejándolas al frente del cuidado del hogar y la familia, generando un descuido de su propia salud para atender las necesidades de las demás personas. En nuestro país, las desigualdades de género en materia de acceso a la salud y tiempo y trabajo dedicados al cuidado de otras personas son graves problemas, que están altamente invisibilizados.

De acuerdo con la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del Inegi, en México hay 31.7 millones de personas encargadas de brindar cuidados, el 75.1% de ellas son mujeres y dedican, en promedio, 38.9 horas a la semana a las tareas de cuidados. El 39.1% de ellas se sienten cansadas, 16.3% deprimidas, 12.7% han visto su salud física deteriorarse y 5.3% han desarrollado alguna enfermedad.

La construcción social de la masculinidad ha influido en una menor atención preventiva en la salud de los hombres. En particular, el cáncer de próstata representa un caso crítico: a pesar de contar con pruebas de detección oportuna, persisten barreras culturales y sociales que limitan su uso. El estigma asociado a estos procedimientos, así como sentimientos de vergüenza o temor al diagnóstico, han sido identificados como factores que disuaden a los hombres de acudir a revisiones médicas regulares. Esta situación es preocupante, ya que en 2023 el cáncer de próstata fue la principal causa de muerte por cáncer en hombres en México, con una tasa de 95.8 por cada 100,000 (Inegi).

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La baja participación en el cuidado preventivo de la salud también se refleja en otros comportamientos de riesgo, como el consumo de tabaco y alcohol, frecuentemente relacionados con normas de género tradicionales. En el ámbito de la salud mental, la presión por mantener una imagen de fortaleza y el ser capaces de superar los problemas en solitario puede dificultar el acceso a servicios de atención psicológica, lo que podría estar vinculado con la elevada tasa de suicidios entre hombres: del total de 8,823 registrados en México durante 2023, el 81.1% correspondieron a hombres, con una tasa de 11.4 por cada 100,000 (Inegi).

La lucha por la igualdad de género en el acceso a servicios sanitarios debe tener como objetivo que todas las personas cuenten con servicios que les permitan vivir una vida plena y de calidad, considerando las necesidades de cada persona y las barreras que socialmente hemos generado. Para avanzar en la equidad de género en salud, es crucial que los gobiernos, las instituciones de salud y la sociedad civil trabajen de manera conjunta para crear políticas basadas en datos y evidencia que aborden las barreras estructurales que perpetúan la desigualdad de género en el acceso a la atención sanitaria.

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Nota del editor: Abigail Mazón es consultora especializada en el sector salud en Integralia (@Integralia_MX). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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