La fuente del dato es la Encuesta de Ocupación y Empleo del Inegi. Lo más importante es que el dato no refiere a una situación fiscal sino a una condición laboral precaria: sin derechos laborales, sin prestaciones, sin afiliación al seguro social y sus protecciones: servicios de salud, ingreso en caso de incapacidad, enfermedad, maternidad y jubilación, guarderías, ahorro para el retiro, ahorro y crédito para vivienda. Informales son los trabajos, no las personas.
Generalizar es un error, los trabajos informales son muy diferentes. Son el resultado de diversas situaciones: estrategias de sobrevivencia, medios de generación de ingresos complementarios, trabajos a tiempo parcial o en negocios familiares, modelos de negocio que evaden la relación “obrero-patronal” para maximizar ganancias.
Los trabajos informales están presentes en todo tipo de unidades económicas, desde el trabajo en los hogares (que constituyen el “sector informal”) hasta empleos en empresas formales y entidades de gobierno.
Para dar idea de la diversidad de trabajos informales, unos ejemplos: campesinos pequeños productores en la agricultura de subsistencia, trabajadoras del hogar sin seguro social, grupos familiares que preparan alimentos en sus cocinas o tienen talleres en sus patios y casas.
Personas vendiendo billetes de lotería, chicles, dulces y cigarros, limpiando parabrisas, en puestos de comida semifijos, en locales en mercados, tianguis y zonas de mucho tránsito de personas.
Personas que trabajan horas o días en el negocio familiar, estudiantes con trabajos parciales y la multiplicidad creciente de trabajos independientes y “free lance”.
Personas que usan plataformas tecnológicas de grandes empresas transnacionales para servicios de transporte de pasajeros y reparto de comida, personas que trabajan en el gobierno por honorarios y en general quienes trabajan y carecen de afiliación al seguro social.
Algunas pagan impuestos, otras no. Pero dado su nivel de ingreso y diversidad, el problema central no es ese. El problema de fondo de la informalidad es trabajar sin derechos laborales y sin seguro social, es decir, trabajos que producen pobreza.
La edición más reciente de la ENOE del Inegi muestra el siguiente panorama:
De 32.4 millones de personas con trabajos informales, 58% son hombres y 42% mujeres.
98% carecen de afiliación al seguro social (porque 2% no está especificado).
39% trabajan en servicios y 21% en el comercio.
55% tienen trabajo subordinado (empleo) y 34% trabajan por cuenta propia (autoempleo).
33% tienen secundaria incompleta o menos, solo 29% secundaria completa y 5% bachillerato incompleto.
60% trabajan en micronegocios.
33% trabajan solos (1 persona ocupada) y 54% en unidades con 2 a 10 personas ocupadas.