La idea de que los salarios pueden aumentar sólo si la productividad crece ha servido de excusa para pagar bajos salarios. Esta afirmación, siendo válida en términos teóricos, no se sostiene en la economía real sin considerar el contexto de nuestro país. La realidad es que, en muchas empresas y sectores económicos, mejorar los salarios es posible, es más, es condición necesaria para subir la productividad.
#ColumnaInvitada | Fuera dogmas. Pagar mejor para crecer más

El contexto cuenta. En México, existe un profundo desequilibrio entre los factores de la producción, entre ganancias y salarios. Esto abre el margen para mejorar los salarios sin afectar la competitividad. Tres datos son clave:
1. Desequilibrio macroeconómico entre ganancias y remuneraciones. Mientras que en economías avanzadas como la estadounidense las ganancias representan el 42% del PIB y las remuneraciones el 54%, en México las ganancias alcanzan el 65% y los salarios sólo el 28% (Fuente: OCDEStat).
2. Desfase entre productividad y salarios. Hay múltiples datos para mostrar el desfase. Por ejemplo: entre 2005 y 2015, la productividad en la manufactura creció un 1.7% anual, pero los salarios permanecieron estancados. Peor aún, en la industria automotriz, la productividad se duplicó mientras los salarios se redujeron en términos reales (Fuente: McKinsey. The missing middles).
3. Trabajos formales que son fábricas de pobreza. Incluso con los incrementos recientes al salario mínimo, el 36% de los trabajos formales registrados en el IMSS pagan salarios de pobreza. Es decir, menos del costo de dos canastas básicas (Fuente: Datos IMSS, Diciembre 2024).
La escasez de personal y la crisis de vacantes no cubiertas, la altísima rotación de personal, el ausentismo y los ambientes laborales adversos, no son casualidad, más bien son uno de los resultados de prácticas laborales abusivas.
En este contexto, erradicar salarios de pobreza y pagar salario digno es indispensable para mejorar la productividad.
La transición hacia este modelo económico debe provenir del liderazgo de las empresas. La recuperación salarial de ninguna manera puede ser obra del gobierno. La iniciativa “Vida Digna. Iniciativa por un Ingreso Digno”, que promovemos junto con organismos empresariales y civiles, como Coparmex, Canacintra, AliaRSE, USEM, CEMEFI, Empresa Contigo y otros, propone un cambio de paradigma, para garantizar que ningún trabajador formal en la iniciativa privada gane menos de lo necesario para vivir dignamente.
La iniciativa promueve una ruta gradual, para que las empresas avancen de manera voluntaria y de acuerdo a su ritmo y capacidad, con un primer paso y un objetivo. El paso urgente e inmediato es erradicar los salarios de pobreza, asegurando que nadie gane menos de 9,400 pesos netos al mes (equivalente al costo de dos canastas básicas).
El objetivo es ir más allá: alcanzar el salario digno, en el plazo más corto, como pago para quienes menos ganan. En 2024, el monto de referencia del salario digno eran 12,500 pesos al mes, netos. No es un “aumento general”, basta subir la vara en la parte más baja del escalafón.
Muchas empresas, especialmente grandes y medianas, tienen margen para mejorar los salarios bajos, deben adaptar sus modelos de negocios para crecer mediante incrementos de productividad, con innovación, capacitación, tecnología y ya no más con mano de obra barata y violación de derechos laborales (jornadas excesivas sin pago de horas extra, por ejemplo).
Por su parte, el gobierno no debe imponer. Las autoridades pueden apoyar, por ejemplo, exigir el pago de salario digno como condición obligatoria para participar en programas de fomento económico o como proveedores de gobierno.
La tarea más importante del gobierno es quitar obstáculos. Urge actualizar las tablas de retenciones de ISR e IMSS, que han quedado totalmente desfasadas. Por ejemplo, es absurdo que quien gane unos pesos por arriba del salario mínimo se le retengan más de 800 pesos al mes.
Cada vez más empresas se suman a la iniciativa del ingreso digno, demostrando que es posible pagar mejor sin afectar la rentabilidad económica. Incluso en este momento de amenazas arancelarias la iniciativa es oportuna, pues fortalece el mercado interno.
En nuestro contexto, mientras subsistan trabajos que son “fábricas de pobreza” es al revés del dogma: para aumentar la productividad hay que pagar salario digno.
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Nota del editor: Rogelio Gómez Hermosillo es Presidente Ejecutivo de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.