En su reciente libro ¡Hay Justicia!, Canales relata con precisión las implicaciones de la reforma, que otorga un poder desmedido a las policías y a la figura de la prisión preventiva oficiosa. Este mecanismo, según Canales, permite que cualquier ciudadano sea encarcelado sin juicio, destruyendo la base misma del Sistema Penal Acusatorio. Este peligro latente es, sin duda, una de las mayores amenazas a los derechos fundamentales en el México contemporáneo.
Otra arista de la reforma es que, si realmente estuviera orientada a resolver los problemas estructurales de nuestro sistema de justicia, habría tenido que considerar a los 130 millones de mexicanos, no solo a los votantes de la llamada "Cuarta Transformación". Como señaló recientemente el exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío: "Lejos de enfrentar los indudables problemas de la procuración y la impartición de la justicia, lo que pretende hacerse es utilizar los problemas a los que también se ha contribuido para concentrar más poder. Para construir un movimiento dominado por unos pocos a partir de la invocación de muchos más". No es casualidad que esta reforma llegue en un momento donde el control político es la prioridad.
¿Será posible que la "Reforma Judicial” también tenga como objetivo blindar a López Obrador y su círculo ante una eventual investigación de la DEA, como la que en 2024 quedó cerca de convertirse en una acusación formal? Según se consignó en al menos cinco reportajes, el más notorio por parte de The New York Times, la agencia gubernamental estadounidense sospechaba de supuestos aportes del narcotráfico a la campaña obradorista de 2018. Como señaló en ese contexto a El País Leonardo Curzio, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM: "Le están diciendo ‘a usted también lo queremos empapelar, sigue siendo usted un presidente muy poderoso y ahora no podemos, pero ahí le van los reportajes para recordarle que usted es mortal, que dejará de ser presidente y que se cobrarán facturas". Estas reformas podrían ser el escudo que proteja al expresidente, a su familia y a su equipo de futuras responsabilidades, al menos dentro de las fronteras de México.