La estrategia para enfrentar esta situación consistió a grandes rasgos en brindar un apoyo incondicional a Pemex desde el Estado, sin recurrir a las herramientas establecidas por la reforma energética de 2013, que permitían complementar la inversión pública en exploración y extracción con recursos privados.
Casi seis años después, podemos ver que, aunque se logró frenar la caída y estabilizar la producción, la realidad es que el sexenio terminará con niveles de producción de petróleo crudo inferiores a los registrados al inicio. Además, la producción del campo Akal, el más importante de Cantarell, sigue en descenso, al igual que la del complejo Ku-Maloob-Zaap. Por otro lado, los nuevos prospectos con grandes reservas, como Kayab, Pit, Zama y Trión, no son suficientes para compensar la disminución de los campos maduros.
Por otra parte, en las últimas décadas, las finanzas públicas de México han experimentado un proceso de despetrolización. Esto significa que, hoy en día, una mayor parte del presupuesto público se financia a través de impuestos, como el IVA, el ISR y el IEPS, en lugar de depender del ingreso proveniente del petróleo. De hecho, la contribución de los ingresos petroleros al presupuesto ha disminuido considerablemente. En 2008, cuando la participación de los ingresos petroleros alcanzó su máximo, estos ingresos representaban 44% del total; sin embargo, para agosto de 2024, su participación ha caído a sólo 14%.
Además, esta caída en los ingresos petroleros se ha acentuado debido a decisiones de política pública. La administración saliente redujo el impuesto que paga Pemex por la explotación del petróleo de la nación, conocido como Derecho por la Utilidad Compartida. Este impuesto disminuyó de 65% en 2019 a 30% en 2024. Como resultado, los ingresos generados a través de las asignaciones de Pemex han disminuido, lo que ha llevado a una menor transferencia de recursos para cubrir el presupuesto. En la primera mitad de 2024, la renta petrolera destinada a financiar el presupuesto es casi tres veces menor que la aportada en 2019. Esta realidad hace que cada vez sea más difícil que Pemex sea una palanca para el desarrollo del país.