El panorama geopolítico de América Latina se encuentra en un momento decisivo, presentando oportunidades sin precedentes para la próxima administración en México. La victoria electoral de Claudia Sheinbaum Pardo el 2 de junio otorga un mandato firme para que México re-priorice su compromiso global y afirme una mayor influencia regional. Este cambio no es solo clave para hacer valer el potencial del nearshoring en el país, sino también para aumentar su relevancia estratégica en América del Norte y más allá.
El futuro de la política exterior: Sheinbaum y el desafío venezolano
Cuando Sheinbaum asuma el cargo el 1 de octubre, heredará un legado mixto en política exterior tras el mandato de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Con la salida de AMLO, una nueva administración en México tiene la oportunidad de redefinir su papel internacional, transitando de un proteccionismo paranoico a un liderazgo global proactivo. Aunque los cambios radicales pueden no ser inmediatos, pasos en incremento hacia la reactivación diplomática con socios estratégicos podrían mejorar la estatura diplomática de México.
Aunque AMLO consolidó el poder en torno al ejecutivo federal a un nivel no visto desde la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-94), su administración se abstuvo en gran medida de construir coaliciones activas en el extranjero. La estrategia del no-no intervencionismo del Presidente López Obrador resultó ser amorfa y deslució al no haber un plan de acción claro con metas tangibles en torno a la política exterior. Más allá de rehuir la posible confrontación con Estados Unidos o de centralizar las decisiones sobre seguridad e inmigración frente a los presidentes Joe Biden y Donald Trump, no se percibió una estrategia bien definida. Como consecuencia, AMLO ha dejado un vacío de poder geopolítico relevante.
Si la virtual presidenta electa Sheinbaum aspira a ser una de las líderes más influyentes del mundo, debe aprovechar la extraordinaria oportunidad de transformar a México de esta postura recluida hacia un involucramiento constructivo. Sobre todo, este ámbito de la política le ofrece la mayor libertad para operar de manera independientes de AMLO, permitiéndole forjar su propia identidad política y sello diplomático único.
El próximo gobierno debe encabezar iniciativas que demuestren el compromiso renovado de México en el escenario mundial. Más inmediatamente, debe abogar por la unidad nacional y la transparencia en Venezuela durante la elección el 28 de julio. En un contexto electoral altamente represivo, los informes de observadores independientes serán esenciales para evaluar la legitimidad de los resultados. Las autoridades mexicanas, dadas sus experiencias recientes en torno a la promoción del diálogo y la negociación política en el país sudamericano, podrían desempeñar un papel crucial para apoyar una transición democrática en Venezuela.
Considerando la postura amigable de AMLO hacia los regímenes autoritarios en la región, México, junto con Brasil, está bien posicionado para convencer a Maduro y sus aliados más cercanos de que una transición no implicaría encarcelamiento—lo cual representa un desafío imperativo para los defensores de la democracia venezolana, según lo indica el experto Mark Feierstein. El nuevo liderazgo mexicano debe aumentar los costos de la represión interna de disidentes políticos, mientras se mantiene neutral para facilitar una transferencia de poder relativamente pacífica. A pesar de las crecientes divisiones entras las élites venezolanas y el apoyo electoral masivo a María Corina Machado y el candidato de unidad Edmundo González, los esfuerzos diplomáticos estratégicos probarán esenciales. Sin ellos, la ventana de oportunidad para el cambio en el país probablemente se cerrará.
El proceso posterior en Venezuela promete ser largo y arduo , y cualquier negociación se llevaría a cabo en los próximos meses. A medida que los mexicanos continúan asimilando la magnitud notable del triunfo de Sheinbaum, ella tiene una oportunidad única para reunir a líderes regionales y formar alianzas, especialmente con Gabriel Boric, de Chile, y Luiz Inácio "Lula" da Silva, de Brasil. Al cimentar un " pacto democrático ", Sheinbaum puede atraer considerable atención internacional, abogando por la equidad electoral. Este evento revelará el pulso democrático de la región en medio del auge del autoritarismo a nivel mundial. La respuesta del liderazgo electo en México a los acontecimientos en desarrollo establecerá el tono de la agenda de política exterior de México.
El involucramiento estratégico en Venezuela representa una oportunidad de bajo riesgo y alta recompensa que puede elevar el mandato de la presidenta Sheinbaum. Juan Ramón de la Fuente, el nuevo canciller de México, y Marcelo Ebrard, el nuevo secretario de economía y anterior canciller, serán fundamentales en impulsar una agenda que exalte las credenciales democráticas de México. Aunque es elusivo para México adoptar una posición de "Gran Potencia" dentro del contexto latinoamericano, debe aprender del realismo dinámico de Dale C. Copeland, que subraya que la legitimidad internacional puede, en última instancia, mitigar los riesgos que puedan surgir más tarde. De hecho, la posible elección de un dúo Donald Trump-JD Vance en noviembre aumenta los retos existentes de la política exterior de México.
Una agenda internacional ambiciosa podría mitigar el riesgo político desde la perspectiva de inversores y las empresas, además de permitir a México lograr importantes beneficios económicos en medio de crecientes temores del mercado. Estos temores han sido exacerbados por el abrumador éxito electoral del partido gobernante en funciones, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Sin embargo, México aún puede saltar en su desarrollo al alinearse mejor geopolíticamente con el objetivo de aprovechar la fabricación de componentes electrónicos vitales (es decir, chips semiconductores) y la expansión de la tecnología de energías verdes. Estos objetivos solo se materializarán, sin embargo, si Claudia Sheinbaum abraza la innovación en este frente.
Con el mundo cada vez más dividido en bloques económicos emergentes, el papel geopolítico de México sigue siendo incierto. Como una potencia emergente crucial para el futuro de la política americana, la respuesta vacilante de México ante la agresión rusa en Ucrania pone en evidencia una falta de determinación entorno a los conflictos globales. Bajo AMLO, México profundizó sus lazos con regímenes autoritarios como el de Cuba, en medio de rupturas personalistas y fenómenos populistas a lo largo de nuestro hemisferio.
Sin duda, la perspectiva de Sheinbaum concibe a México como un puente más íntimamente relacionado con sus vecinos hispanohablantes, en lugar de una extensión de la influencia norteamericana. Además, durante la campaña, Sheinbaum afirmó que México no está entrando en la llamada "Era de América del Norte". Sin embargo, México necesita urgentemente una política exterior coherente y pragmática que defienda los valores democráticos y fomente la cooperación internacional. La administración de Sheinbaum tiene la oportunidad de forjar un camino propio que realmente construya sobre la base dejada por AMLO.
La administración de Claudia Sheinbaum se encuentra en el umbral de un potencial transformador en política exterior y liderazgo regional. Al aprovechar su mandato, enfocándose en el compromiso proactivo y abordando problemas críticos como seguridad energética y la integridad democrática, Sheinbaum puede redefinir el papel de México en el escenario global. Además, México está mejor posicionado que Estados Unidos para llevar a cabo misiones de rescate para aliados clave del régimen de Maduro y las fuerzas armadas. Su liderazgo ofrece la promesa de un México más relevante, preparado para navegar y dar forma a las complejidades del panorama geopolítico contemporáneo.
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Nota del editor: Gerardo Penchyna Cárdenas es investigador y analista político. Es fellow no residente del Instituto Verde de la Universidad de Guyana, donde se enfoca en los impactos del auge petrolero en dicho país y el marco de la transición energética en las Américas. Anteriormente, ha colaborado como pasante en el Instituto México del Wilson Center, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en el Consejo de las Américas (AS|COA) y en la consultora de riesgo Albright Stonebridge Group (ASG). Penchyna tiene una maestría en Estudios Latinoamericanos de la Escuela Walsh de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y cuenta con una licenciatura en Ciencia Política de la Universidad de Rice. Síguelo en X como: @gpenchynac Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.