La expansión de la criminalidad, la violenta (atrocidades, masacres y robos carreteros) y también la más silenciosa (cobro de piso, extorsiones y narcomenudeo), es la principal razón de enojo entre ciudadanos, sociedad civil organizada y empresarios y, por dicha razón, la promesa de vivir sin miedo es la única narrativa capaz de incidir sobre la intención del voto. No obstante, en esta elección no sólo está en juego la presidencia de la república, sino también, quizá, la última oportunidad de contrarrestar los regímenes criminales impuestos en varias regiones a lo largo y ancho del país. ¿El inicio de campañas presidenciales dejó propuestas a la altura?
#ColumnaInvitada | La promesa de vivir sin miedo. ¿Habrá propuestas a la altura?
Por su parte, Xóchitl Gálvez recurrió a simbolismos muy potentes para dejar en claro que quiere el voto del sector más agraviado por parte del oficialismo: las víctimas de la violencia. Bajo la consigna de vivir sin miedo, la abanderada de la oposición inició su campaña en la noche en Fresnillo en Zacatecas, una de las ciudades en donde prácticamente la población completa vive con miedo, y su primer acto fue darle protagonismo a las madres buscadoras, lo que nunca hizo López Obrador en su sexenio. No tiene de otra. Golpeará con todo a la cuarta transformación en este aspecto.
Gálvez encontró el sendero discursivo y comenzó a recorrerlo. Como parte de la estrategia hará todo lo posible por ser estridente y ganarse a los indecisos. Ya recurrió al populismo punitivo al proponer la construcción de una cárcel al estilo Nayib Bukele (un acierto mediático si consideramos que la mayoría de la población apoya la mano dura como mostró una encuesta reciente de Massive Caller) y firmó con su propia sangre un compromiso frente a notario público para no eliminar los programas sociales.
Ahora bien, las propuestas iniciales son congruentes con la narrativa pues ponen en el centro de atención a las víctimas, pero los esquemas de reacción y sanción como el fortalecimiento operativo de las policías o el endurecimiento carcelario no son suficientes para contrarrestar el control político del crimen organizado y quizá no son tan importantes para acabar con la impunidad como mejorar la interlocución entre policías y fiscalías, depurar el desempeño de dichas instituciones e incrementar la confianza ciudadana hacia las mismas. Hoy la propuesta de la oposición está incompleta.
Por otro lado, Claudia Sheinbaum aplicará una máxima infalible para alcanzar la presidencia: “si no está roto, no lo arregles”. En este momento no tienen ningún incentivo para cambiar los discursos y las políticas que consolidaron la popularidad del presidente López Obrador. De entrada, la candidata del oficialismo inició actividades en el bastión del lopezobradorismo: el Zócalo de la Ciudad de México. En esa zona de confort, anunció 100 acciones que eventualmente se convertirán en su Plan Nacional de Desarrollo.
En este marco, las propuestas de seguridad pública consisten básicamente en consolidar la guardia nacional, alinear las visiones del Ejecutivo y la fiscalía y concretar la captura política de la corte bajo la promesa de la seguridad pública (así es, la agenda del presidente). López Obrador (desde la mañanera) y Sheinbaum (al frente de la campaña) intentarán enfriar la discusión de la oposición invisibilizando los problemas, para esto, presumirán hasta el cansancio la supuesta reducción de los homicidios dolosos y la percepción de inseguridad. Este modo de proceder invisibiliza las propuestas que parecen valiosas, por ejemplo en materia de prevención social de la violencia (Jóvenes Unen al Barrio y Reconectando con la Paz) y que valdría la pena desarrollar a lo largo de la campaña y complementar con otras partiendo del reconocimiento del problema.
En conclusión, Xóchitl Gálvez cuenta con la narrativa apropiada para promover un cambio profundo en la estrategia de seguridad y contrarrestar la crisis de violencia, pero todavía no anuncia, al menos, propuestas robustas para eso, ¿lo hará en algún momento? Claudia Sheinbaum no lo hará si la oposición no la orilla. ¿Qué hacemos nosotros? Pienso que como ciudadanos no podemos ser simples espectadores. Si permitimos a las candidatas desenvolverse en un esquema de competencia de “ganar como sea primero y gobernar como se pueda después” y no exigimos que las propuestas se desarrollen y problematicen de forma seria fuera de discursos en mítines de campaña o documentos propagandísticos no contaremos con elementos para votar más allá de la emocionalidad y después será muy complicado recuperar lo que llamamos Estado de derecho, es decir, vivir en paz en un esquema de bienestar colectivo. No lo permitamos.
____
Nota del editor: Armando Vargas (@BaVargash) es Doctor en Ciencia Política, profesor universitario y consultor especializado en (in)seguridad pública y riesgo político en Integralia Consultores (@Integralia_Mx). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.