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#ColumnaInvitada | La sequía y su efecto en la inflación

Las condiciones climáticas no resultan favorables en los siguientes meses ni los pronósticos de un mejor ciclo agrícola.
jue 29 febrero 2024 06:06 AM
(Campesino durante su jornada laboral)
Las organizaciones de campesinos y productores consideran que la ausencia de una política que proteja al sector agropecuario deriva en pérdida de productividad y competitividad en el mercado nacional y regional, apunta Claudia S. Corichi.

La sequía es una realidad en México con consecuencias en la vida cotidiana y con efectos en la economía. Está encareciendo la canasta básica y por consecuencia genera presiones inflacionarias. En diciembre la Junta de Gobierno del Banco de México advertía sobre la posibilidad de mayores presiones de costos y una de las razones se relaciona con la escasez de agua y fenómenos climáticos. En los datos desagregados de la inflación al mes de enero, el Inegi reporta un aumento mensual del 4.40% en los productos agropecuarios y 9.53% en frutas y verduras.

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Como es habitual al iniciar el año, temporales como heladas perjudican cosechas enteras lo que detona un aumento de precios de ciertos productos. Aunado a ello, la sistemática extorsión por parte de grupos criminales ha impactado en los precios del aguacate o el limón, como lo analicé ya en este espacio. Sin embargo, la sequía registrada en 2023, y los riesgos de que empeore este año, imposibilitan que se alcance el rango objetivo de inflación proyectado por el banco central.

Debido a los efectos de la sequía, la producción de maíz cayó un 40% durante 2023, consignó el Monitor de sequía de América del Norte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Anticipa que en este año “el país tendrá un déficit alimentario debido al derrumbe en la producción del maíz y otros productos básicos que se traducirán en mayor importación de los mismos”, y, agrego por mi parte, un mayor incremento de los precios finales al consumidor. Pone como ejemplo a Sinaloa, un potente estado agrícola que tuvo un 20% de reducción de superficie sembrada en el pasado ciclo otoño-invierno. La deforestación y la erosión complican el cuadro.

De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional, 2023 fue el año más seco en los últimos 82 años. La escasez de lluvias afectó a 210 grandes presas de uso agrícola, lo que propició una reducción de la superficie a sembrar. En la primera quincena de enero, el precio del jitomate tuvo un aumento del 40%, atribuible a la sequía en estados del norte del país como el cobro de cuotas a intermediarios y distribuidores por transitar en carreteras. En semanas recientes transportistas del país han exigido mayor seguridad.

Otros productos que han mantenido alzas consistentes en sus precios son el frijol, azúcar y cítricos. El Consejo Nacional Agropecuario calcula que debido a la sequía la producción de azúcar cayó más de un millón de toneladas al pasar de 6.5 millones de toneladas cosechadas en 2022 a 5 millones el año pasado.

Los factores climáticos pueden provocar desabasto. Es aquí cuando se hace necesario el acceso de las personas a alimentos en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades, lo que se conoce como seguridad alimentaria; lo anterior contribuye a reducir significativamente las importaciones.

Aunque existe demasiado sol, el campo no termina por ver la luz. La interrupción de las cadenas de comercialización y abasto provocada por la pandemia, el encarecimiento de insumos como los fertilizantes debido al conflicto bélico por parte de Rusia, que es el principal productor mundial, el acoso de la delincuencia y la extorsión tanto en las zonas de cultivo como en los centros de distribución, generan una tormenta perfecta para el aumento sostenido de los precios de alimentos que son esenciales en la dieta de las familias mexicanas.

Históricamente, el campo ha reclamado apoyos y subsidios gubernamentales; las organizaciones de campesinos y productores consideran que la ausencia de una política que proteja al sector agropecuario deriva en pérdida de productividad y competitividad en el mercado nacional y regional. “El campo no aguanta más” se convirtió en una consigna global. En una veintena de países europeos, los agricultores se han puesto en pie de guerra contra las políticas comunitarias que a su juicio afectan sus ganancias y su productividad.

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Demandan frenar las importaciones de alimentos baratos y prorrogar la política de comunitaria que busca frenar las emisiones de carbono hacia un futuro más verde mediante la reducción del uso de pesticidas. Desde hace 60 años la Política Agraria Común europea, un modelo único en el mundo, tiene como objetivo apoyar a los agricultores, mejorar la productividad agrícola y la gestión sostenible de los recursos naturales.

Las condiciones climáticas no resultan favorables en los siguientes meses ni los pronósticos de un mejor ciclo agrícola. El último reporte de monitoreo de la Conagua indica que el porcentaje de áreas con sequía de moderada a excepcional a nivel nacional fue de 60.45%. Y aun no comienza la temporada de estiaje.

El país debe tener una postura firme y seria respecto a la agenda de cambio climático y asumir los compromisos con la agenda mundial climática que se deben convertir en hechos y que deben hacernos reflexionar. El futuro que creíamos lejano nos está alcanzando.

Indistintamente, en el campo y en la ciudad la sequía transforma de manera perjudicial nuestras maneras de relacionarnos, de vivir o de sobrevivir, una realidad que demanda un cambio en nuestras acciones y en la vida cotidiana.

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Nota del editor: La autora es titular de la Unidad de Igualdad de Género y Cultura de la Fiscalización de la ASF. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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