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¡Salud! ¡Y a seguir las fiestas!

El alcohol es mucho más que una simple sustancia intoxicante. Es, a un tiempo, un mecanismo de sociabilidad.
mié 27 diciembre 2023 02:06 PM
Consumo de alcohol
Así las cosas, no solamente bebemos para emborracharnos, sino que compartir alcohol con nuestros seres queridos es una práctica cultural y un acto de sociabilidad con significados profundos, escribe Jacques Coste.

Seamos honestos. En estas fechas, muchos de nosotros bebemos más de la cuenta. Quienes son bebedores sociales y ocasionales consumen alcohol con sus amigos y su familia, ya sea en la euforia de los festejos o por la nostalgia del año que termina. Aquéllos que beben más frecuentemente aumentan su consumo, pues las fiestas y las excusas para tomar abundan en diciembre. Además, nadie juzga ni critica a quienes echan unos buenos tragos en las posadas, la navidad, el año nuevo o la rosca de reyes.

Pero no bebemos solamente por viciosos o para divertirnos. El alcohol es mucho más que una simple sustancia intoxicante. Es, a un tiempo, un mecanismo de sociabilidad, un vehículo para lidiar con emociones complicadas, un artículo con propiedades culturales profundas y un transmisor de significados, símbolos y valores.

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“Cuando trabajas duro todo el día con la cabeza, y sabes que debes trabajar de nuevo al día siguiente, ¿qué más puede cambiar tus ideas y hacer que corran en un plano diferente como el güisqui?”, se preguntaba Ernest Hemingway.

Y seguía: “Cuando estás frío y mojado, ¿qué más puede calentarte? Antes de un ataque, ¿quién puede decir algo que te dé el bienestar momentáneo que da el ron?... Las únicas veces que el alcohol no es bueno para ti es cuando escribes o cuando peleas. Tienes que hacer eso en frío… La vida moderna, también, a menudo es una opresión mecánica, y el licor es el único alivio mecánico”.

Robert Louis Stevenson decretó: “El vino es la poesía embotellada”. Y Jorge Luis Borges le dedicó un soneto a la bebida: “¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría? Con otoños de oro la inventaron. El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, su fuego y sus leones. En la noche del júbilo o en la jornada adversa exalta la alegría o mitiga el espanto y el ditirambo nuevo que este día le canto otrora lo cantaron el árabe y el persa. Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria”.

Por su parte, los historiadores Rod Phillips y Wolfgang Schivelbusch, que han estudiado la centralidad del alcohol en distintas culturas, consideran que compartir un trago es el lubricante social más poderoso. Además, sostienen pocas cosas son tan efectivas como el consumo colectivo de alcohol para fortalecer la unidad, el espíritu de cuerpo, la confianza, la reciprocidad, la solidaridad y la empatía en un grupo.

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Dicho de manera más sencilla: sin tragos, no hay fiesta, y una conversación no fluye igual con una taza de café que con una copa de vino. Esto se debe a que el tequila desinhibe. El mezcal suelta el cuerpo y la lengua. Un sorbo de güisqui sienta las bases de una buena conversación. Una cerveza fortalece los vínculos de confianza y reciprocidad. Y una cuba anima a bailar, bromear y reír.

El brindis es una práctica que también ha llamado la atención de antropólogos, historiadores y sociólogos por igual. Un brindis puede servir para desearse parabienes mutuos, para arrancar un proyecto conjunto, para recordar a alguien que ya no está con nosotros, para celebrar una nueva amistad, para conmemorar una ocasión especial, para marcar un momento en la memoria, para expresar admiración hacia una persona o para manifestar el cariño que hay entre los miembros de un colectivo. Incluso, en ocasiones, un brindis puede ser un momento de catarsis colectiva o desahogo grupal.

Así las cosas, no solamente bebemos para emborracharnos, sino que compartir alcohol con nuestros seres queridos es una práctica cultural y un acto de sociabilidad con significados profundos. Y en una época tan llena de emociones como diciembre, tenemos sobradas razones para beber.

Por un lado, celebramos el gusto de compartir estas fechas con nuestras familias y brindamos por la fortuna de cerrar otro año juntos. Por otro lado, es cuando nos encontramos con amigos y parientes que muchas veces no hemos visto en meses, por lo que es momento reconectar con antiguas amistades y el alcohol es el dispositivo para vincularnos. Además, bebemos para lidiar con la melancolía y la ansiedad que produce el año que se va, o bien para celebrar el comienzo de un nuevo proyecto en el año que empieza.

Ya en enero habrá tiempo para la moderación o la abstención. Por ahora, brindemos, disfrutemos, festejemos y bebamos para despedir el año que concluye.

¡Salud! ¡Y a seguir las fiestas!

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