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Ya hay precandidatas, pero falta agenda climática

Las y los mexicanos tenemos pocos meses para politizar el cambio climático y llevarlo a la máxima instancia de toma de decisiones en una democracia.
jue 19 octubre 2023 06:04 AM
xochitl claudia
Además de ser mujeres y liderar sus respectivas coaliciones políticas, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum tienen en común el haber trabajado de cerca en temas de medio ambiente y cambio climático, apunta Juan Pablo Mayorga.

Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, a pesar de la diferencia que les marcan las encuestas de intención de voto, se han posicionado como las principales contendientes por la presidencia de México en el 2024.

Además de ser mujeres y liderar sus respectivas coaliciones políticas, ambas tienen en común el haber trabajado de cerca en temas de medio ambiente y cambio climático.

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Tal vez el caso más sonado sea el de Sheimbaum, quien consolidó una carrera académica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, incluyendo maestría y doctorado en ingeniería energética. Además, en 2007 fue colaboradora del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) cuando este organismo científico recibió el Nobel de la Paz.

En entrevistas y diálogos informales, Sheinbaum recorre con soltura las bases científicas de la crisis climática, la historia de las negociaciones internacionales sobre el tema, y el diagnóstico que tiene de México en cuanto a generación y mitigación de emisiones de los gases que calientan la atmósfera.

Del otro lado, Xóchitl Gálvez no ha necesitado un doctorado en ingeniería para entrar en la materia. Su trinchera ha sido un escaño en el Senado, desde donde se ha posicionado contra los cambios al sector eléctrico de este gobierno, a favor de las juventudes por el clima e impulsando reformas a la Ley General de Cambio Climático, por mencionar solo algunos casos.

Sin embargo, ninguna golondrina hace verano. Y si bien en ambos casos hay antecedentes serios de trabajo, no se aprecia todavía una apuesta política que esté al nivel necesario para enfrentar la crisis.

Sheinbaum, por ejemplo, no alcanza a explicar cómo salvará el abismo de diferencia entre gobernar la Ciudad de México y gobernar el país. Si bien sus medidas en la capital (inversiones en transporte público, electrificación de la movilidad, creación de espacios públicos, apertura de corredores ecológicos, proyectos de energías renovables, manejo integrado de residuos sólidos) han rendido frutos, su respaldo irrestricto a Sembrando Vida como proyecto de mitigación de emisiones o a la política energética del gobierno federal terminan siendo, cuando menos, confusos.

¿Qué hará Claudia Sheinbaum cuando la realidad exhiba que reforestar es a lo mucho una solución parcial, que la salida de los combustibles fósiles es impostergable o que las instituciones de conservación y procuración de justificia ambiental no pueden hacer su trabajo con presupuestos cada vez más raquíticos?

Xóchitl Gálvez, como política de oposición, no alcanza a articular una visión clara que la ubique más allá de su crítica acérrima a las políticas vigentes. ¿Qué quiere y qué plantea más allá de su condena a la política energética, al rescate de Pemex o al desmonte de selva para la construcción del Tren Maya? Está por verse.

La precandidata que gane las próximas elecciones presidenciales encabezará el último gobierno nacional capaz de hacer algo antes de que el termómetro global alcance la fatídica marca de 1.5 grados de calentamiento. Por ello, la acción climática más importante de los últimos años consiste en poner atención a las plataformas electorales de Sheinbaum y Gálvez, y sancionarlas en las urnas el próximo domingo 2 de junio.

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Las y los mexicanos tenemos pocos meses para politizar el cambio climático y llevarlo a la máxima instancia de toma de decisiones en una democracia. Para ello tendremos que sobreponernos a la mirada frívola que reduce el tema a un asunto de moralidad ambientalista, y entender que lo que está en juego son nuestros trabajos, cosechas, patrimonio, comunidades, salud y futuro.

En la carrera por esta elección climática, Sheinbaum y Gálvez no pueden ganar aferrándose a los dogmas de sus coaliciones partidistas o sus mentores políticos. Por el bien de sus propias carreras, deben caminar con ojos y oídos bien abiertos, tomando nota de lo que requieren los tiempos y de las fórmulas caducas que urge cambiar.

La ganadora no sólo se convertirá en la primera presidenta del país, sino que tendrá a su alcance la prerrogativa histórica de ser la primera titular del Ejecutivo en ir de frente contra la crisis climática, y la primera en haber escuchado el llamado urgente de las nuevas generaciones que reclaman el derecho a un futuro digno en este planeta.

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Nota del editor: Juan Mayorga es periodista especializado en asuntos ambientales, principalmente cambio climático, transición energética y desarrollo urbano sustentable. Es maestro en Public Management y GeoGovernance por la Universidad de Potsdam, Alemania, colaborador de medios nacionales e internacionales. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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