Tal vez el caso más sonado sea el de Sheimbaum, quien consolidó una carrera académica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, incluyendo maestría y doctorado en ingeniería energética. Además, en 2007 fue colaboradora del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) cuando este organismo científico recibió el Nobel de la Paz.
En entrevistas y diálogos informales, Sheinbaum recorre con soltura las bases científicas de la crisis climática, la historia de las negociaciones internacionales sobre el tema, y el diagnóstico que tiene de México en cuanto a generación y mitigación de emisiones de los gases que calientan la atmósfera.
Del otro lado, Xóchitl Gálvez no ha necesitado un doctorado en ingeniería para entrar en la materia. Su trinchera ha sido un escaño en el Senado, desde donde se ha posicionado contra los cambios al sector eléctrico de este gobierno, a favor de las juventudes por el clima e impulsando reformas a la Ley General de Cambio Climático, por mencionar solo algunos casos.
Sin embargo, ninguna golondrina hace verano. Y si bien en ambos casos hay antecedentes serios de trabajo, no se aprecia todavía una apuesta política que esté al nivel necesario para enfrentar la crisis.
Sheinbaum, por ejemplo, no alcanza a explicar cómo salvará el abismo de diferencia entre gobernar la Ciudad de México y gobernar el país. Si bien sus medidas en la capital (inversiones en transporte público, electrificación de la movilidad, creación de espacios públicos, apertura de corredores ecológicos, proyectos de energías renovables, manejo integrado de residuos sólidos) han rendido frutos, su respaldo irrestricto a Sembrando Vida como proyecto de mitigación de emisiones o a la política energética del gobierno federal terminan siendo, cuando menos, confusos.
¿Qué hará Claudia Sheinbaum cuando la realidad exhiba que reforestar es a lo mucho una solución parcial, que la salida de los combustibles fósiles es impostergable o que las instituciones de conservación y procuración de justificia ambiental no pueden hacer su trabajo con presupuestos cada vez más raquíticos?
Xóchitl Gálvez, como política de oposición, no alcanza a articular una visión clara que la ubique más allá de su crítica acérrima a las políticas vigentes. ¿Qué quiere y qué plantea más allá de su condena a la política energética, al rescate de Pemex o al desmonte de selva para la construcción del Tren Maya? Está por verse.
La precandidata que gane las próximas elecciones presidenciales encabezará el último gobierno nacional capaz de hacer algo antes de que el termómetro global alcance la fatídica marca de 1.5 grados de calentamiento. Por ello, la acción climática más importante de los últimos años consiste en poner atención a las plataformas electorales de Sheinbaum y Gálvez, y sancionarlas en las urnas el próximo domingo 2 de junio.