Para los efectos de este texto, el comunismo es, en efecto, una ideología, pero también un régimen político, cuya finalidad es la creación de una sociedad sin clases. Es también una forma de gobierno que da preponderancia a la propiedad pública de los medios de producción. Los postulados más radicales de esta ideología aspiran a una sociedad sin Estado, ni gobierno.
Hay varios ejemplos en los nuevos libros que dan cuenta de los principios del comunismo que el oficialismo pretende inculcar en nuestras infancias. Se trata de una visión y un proyecto de nación acorde a los gustos y la perspectiva de país del titular del Ejecutivo Federal.
Veamos. Las asignaturas tradicionales que todos estudiamos en nuestra niñez como Matemáticas, Español, Aritmética, entre otras disciplinas, se incorporan a un proyecto denominado por la Nueva Escuela Mexicana como “campos formativos”, cuya finalidad es la aplicación práctica de estos conocimientos para resolver proyectos comunitarios. En ese sentido, el niño (a) deja de ser el eje central de la educación para ceder su lugar a la comunidad estudiantil.
En ese mismo proyecto de “campos formativos” se prevé la posibilidad de que el alumnado aborde y resuelva problemas en una “asamblea” dentro del colegio. La solución será la que adopte la mayoría.
Los docentes, además, deben asumir una función reivindicadora, que despierte las conciencias de las infancias para que éstas se asuman como el grupo oprimido en aras de conseguir su propia liberación frente al opresor. Este es el prejuicio “de colonial” del oficialismo, tal cual se encuentra en los libros de texto.
Hay más ejemplos. Pero creo que con estos son suficientes, para identificar la semilla que se pretende sembrar en la educación básica de la niñez mexicana.
En efecto, los ejemplos que citamos le dan preponderancia a la comunidad, al colectivo estudiantil como el ente que hay que crear y luego preservar. Todos los conocimientos teóricos y prácticos del alumnado deben encaminarse al cuidado de ese “infante colectivo”, que será la razón de ser de la educación mexicana.
Si además tomamos en cuenta que alumnos y alumnas serán conscientes de que son un grupo oprimido que merece luchar por su reivindicación, con mayor razón se dará preferencia al “infante colectivo” para que desde las aulas se defienda, se viva por y para la comunidad.
Uno de los postulados básicos del comunismo estriba en la ausencia de cualquier interés o proyecto que beneficie a una persona en particular. El esfuerzo individual siempre debe sacrificarse en aras del colectivo. Este último es el centro del universo. Fuera de él, nada vale, nada existe.
Por ese motivo los medios de producción en los regímenes comunistas son literalmente propiedad del Estado, que ordena cómo, cuándo y en qué medida se produce para evitar el surgimiento de una sociedad dividida en clases.