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La incipiente semilla del comunismo en los nuevos libros de texto gratuitos

El comunismo es una forma de ver, entender y resolver los problemas del mundo. Pero no es la única. El mundo es tan diferente como disímiles somos los seres humanos.
mié 06 septiembre 2023 06:00 AM
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Ante las polémicas por los nuevos libros de texto gratuitos, organizaciones civiles han preparado materiales educativos alternos.

Hace varias semanas que los libros de texto gratuitos se convirtieron en el blanco de ataque por su contenido, sus errores, omisiones y, sobre todo, por su contenido ideológico de carácter comunista.

Todo mundo ataca de comunistas los nuevos libros de texto. Sin embargo, pocos cuentan con alguna noción mínima de lo que es el comunismo.

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Para los efectos de este texto, el comunismo es, en efecto, una ideología, pero también un régimen político, cuya finalidad es la creación de una sociedad sin clases. Es también una forma de gobierno que da preponderancia a la propiedad pública de los medios de producción. Los postulados más radicales de esta ideología aspiran a una sociedad sin Estado, ni gobierno.

Hay varios ejemplos en los nuevos libros que dan cuenta de los principios del comunismo que el oficialismo pretende inculcar en nuestras infancias. Se trata de una visión y un proyecto de nación acorde a los gustos y la perspectiva de país del titular del Ejecutivo Federal.

Veamos. Las asignaturas tradicionales que todos estudiamos en nuestra niñez como Matemáticas, Español, Aritmética, entre otras disciplinas, se incorporan a un proyecto denominado por la Nueva Escuela Mexicana como “campos formativos”, cuya finalidad es la aplicación práctica de estos conocimientos para resolver proyectos comunitarios. En ese sentido, el niño (a) deja de ser el eje central de la educación para ceder su lugar a la comunidad estudiantil.

En ese mismo proyecto de “campos formativos” se prevé la posibilidad de que el alumnado aborde y resuelva problemas en una “asamblea” dentro del colegio. La solución será la que adopte la mayoría.

Los docentes, además, deben asumir una función reivindicadora, que despierte las conciencias de las infancias para que éstas se asuman como el grupo oprimido en aras de conseguir su propia liberación frente al opresor. Este es el prejuicio “de colonial” del oficialismo, tal cual se encuentra en los libros de texto.

Hay más ejemplos. Pero creo que con estos son suficientes, para identificar la semilla que se pretende sembrar en la educación básica de la niñez mexicana.

En efecto, los ejemplos que citamos le dan preponderancia a la comunidad, al colectivo estudiantil como el ente que hay que crear y luego preservar. Todos los conocimientos teóricos y prácticos del alumnado deben encaminarse al cuidado de ese “infante colectivo”, que será la razón de ser de la educación mexicana.

Si además tomamos en cuenta que alumnos y alumnas serán conscientes de que son un grupo oprimido que merece luchar por su reivindicación, con mayor razón se dará preferencia al “infante colectivo” para que desde las aulas se defienda, se viva por y para la comunidad.

Uno de los postulados básicos del comunismo estriba en la ausencia de cualquier interés o proyecto que beneficie a una persona en particular. El esfuerzo individual siempre debe sacrificarse en aras del colectivo. Este último es el centro del universo. Fuera de él, nada vale, nada existe.

Por ese motivo los medios de producción en los regímenes comunistas son literalmente propiedad del Estado, que ordena cómo, cuándo y en qué medida se produce para evitar el surgimiento de una sociedad dividida en clases.

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He aquí la semilla del comunismo que el oficialismo ha sembrado para (re) educar a nuestra niñez, para transformar sus conciencias, para que olviden su esencia individual, y para sacrificar el individualismo y los proyectos personales en aras de la colectividad. Los ejemplos aquí citados se identifican con los postulados básicos del comunismo que brevemente explicamos en líneas anteriores, aunque no lo desarrollan de manera completa y en puridad técnica. Por eso decimos que se trata de una semilla incipiente. Pero por algo se empieza.

El comunismo es una forma de ver, entender y resolver los problemas del mundo. Pero no es la única. El mundo es tan diferente como disímiles somos los seres humanos. La mejor manera de resolver problemas que aquejan a la humanidad es aquella que entiende el origen y la esencia de nuestros males. De esa manera podemos conocer cómo se hizo el nudo para luego deshacerlo, como diría Aristóteles.

Afortunadamente, el comunismo en México, en cualquiera de sus formas, incluyendo la versión del oficialismo, es ajeno a nuestra tradición jurídico-política. Los altibajos y la experiencia de la historia de nuestro país nos muestran que la democracia, aunque imperfecta, es la mejor forma de conducir las aspiraciones y los destinos de todos los mexicanos.

Cualquiera que sea el medio, la imposición unilateral de un proyecto de nación nunca ha prosperado en México, ni en cualquier parte del mundo. La única manera de que nuestro país abrace el comunismo como ideología oficial es la (des) valorización de nuestra identidad nacional. Eso se logra precisamente con la (re) educación. De ahí la importancia de resaltar la semilla que se pretende sembrar en nuestro sistema educativo. El grano sembrado está. Es tarea y obligación de todos los mexicanos asumir nuestra identidad nacional, nuestros principios y la tradición histórica que ha dado sustento a México desde su nacimiento.

En suma, la mejor manera de entender nuestro entorno y sus problemas, incluso, de alcanzar nuestras metas y aspiraciones, es el conocimiento científico, el apego a la realidad y el uso correcto de la razón.

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Nota del editor: Francisco Javier Rodríguez es presidente de la comisión de asuntos internacionales de Coparmex Metropolitano. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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