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#ColumnaInvitada | Implicaciones para la industria por la crisis del agua

Aunque la industria no es la principal responsable de la crisis de agua en el país, sí ha sido el foco de atención de este gobierno para combatirla.
mar 04 octubre 2022 06:00 AM
México está cerca de contar solo con la mitad del agua para la población: HR Ratings
Es indispensable dar seguimiento a los riesgos sociales y políticos a los que se enfrentan para contar con planes de mitigación oportunos en el momento en que la temporada de sequía regrese y la crisis se agrave nuevamente, apunta Ximena Mata.

Los riesgos para la industria con concesiones de agua van en aumento: ataques reputacionales por parte del gobierno federal, riesgos operativos por modificaciones a las concesiones y mayor conflictividad social por percepción de que la industria se acaba el recurso. Todo ello se agravó derivado de la ola de sequía que vivió el país el verano pasado. En julio, la Conagua emitió una declaratoria de emergencia debido a que 31% de los municipios se encontraban en alguna condición de sequía.

Sin embargo, esta crisis no es nueva y, de hecho, en el pasado ha sido peor: en noviembre de 2011, 49% de los municipios del país se encontraban en alguna condición de sequía, siendo catalogada como la peor crisis de este tipo en 70 años.

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La diferencia entre ambas sequías es el enfoque que les dio el gobierno. En 2011, el gobierno federal, encabezado por Felipe Carlderón, le atribuyó la crisis principalmente al cambio climático y las medidas estuvieron enfocadas en aumentar el gasto público para atender la contingencia.

En esta ocasión, el presidente López Obrador ha responsabilizado principalmente a la industria, y entre sus medidas de mitigación destacan: no otorgar más concesiones, pedir que las empresas donen agua y bloquear a ciertas industrias en zonas de escasez.

Aunque las recientes lluvias parecen paliar los efectos de la crisis y reducir temporalmente los riesgos, vale la pena analizar de qué tamaño es la crisis de agua hoy y tener en mente que este problema no se acabará pronto:

1. ¿Cuánta agua tenemos? México recibe anualmente 1.4 millones de hectómetros cúbicos (hm3) de agua por lluvias, de los cuales 72% se evapora y regresa a la atmósfera, 24% se escurre y sólo 6% se infiltra para recargar los acuíferos. Del agua que se queda, se estima que 451,000 hm3 es el agua dulce renovable de la que disponemos. Si se divide entre la población nacional (125 millones), obtenemos una disponibilidad de agua renovable per cápita de 3,600 m3 al año.

Es importante hacer dos anotaciones: la primera es que hace 50 años teníamos el triple de agua per cápita al año (10,000 m3 en 1970) y la segunda es que ese nivel de disponibilidad es muy desigual en el país. Mientras que en entidades como Chiapas la disponibilidad per cápita supera los 20,000 m3, en la Ciudad de México apenas llega a 70 m3 por habitante al año.

2. ¿Hay estrés hídrico en México? El estrés hídrico se mide por la cantidad de agua renovable que se concesiona para uso consuntivo (consumo). Si esa proporción es mayor a 40% se dice que hay estrés hídrico. En México, 19% del agua renovable está concesionada para uso consuntivo, por lo que el nivel de estrés es bajo.

No obstante, nuevamente hay matices: mientras que en las regiones del sureste no hay estrés hídrico, en el centro y el norte el estrés es alto, y en el Valle de México el estrés es altísimo: está concesionada 140% del agua renovable disponible. A esto le sumamos que 24% de los 653 acuíferos del país están sobreexplotados y que 104 de las 757 cuencas están en situación de déficit.

3. ¿En qué se usa el agua? El mayor volumen del agua concesionada para consumo va para el sector agrícola, con 75%, principalmente para riego. Le sigue el abastecimiento público con 14%, y por último se ubican la industria autoabastecida y la energía eléctrica, con 5% cada una. Destaca que las entidades con mayor volumen de agua concesionado se ubican al norte del país, donde la presión al recurso es más alta: Sonora y Sinaloa están entre las que más volumen concesionado tienen.

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Como ya hemos visto, aunque la industria no es la principal responsable de la crisis de agua en el país, sí ha sido el foco de atención de este gobierno para combatirla. Ante ello, se vuelve cada vez más relevante para las empresas contar con diagnósticos sociales y políticos de las zonas donde operan para así identificar los impactos reales de sus operaciones y, en consecuencia, plantear soluciones reales y consensuadas con las comunidades y el gobierno.

Además, es indispensable dar seguimiento a los riesgos sociales y políticos a los que se enfrentan para contar con planes de mitigación oportunos en el momento en que la temporada de sequía regrese y la crisis se agrave nuevamente.

Nota del editor: Ximena Mata (@XimenaMataZ) es consultora especializada en impacto social en Integralia (@Integralia_Mx). Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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