Para quienes están involucrados en la industria eléctrica, la indecisión de la Corte prolonga la incertidumbre sobre sus inversiones y sobre la definición jurídica de su actividad pero mantiene abierta la posibilidad de acudir a los tribunales y defender la legalidad de sus operaciones. Adicionalmente, que la mayoría de los ministros se hayan inclinado por la inconstitucionalidad de la LEI, permitirá a jueces revisar los casos que se les presenten bajo esa perspectiva y fallar a favor de las empresas. En unos meses más, quizá bajo otro presidente, la Corte volverá a revisar nuevos amparos y tendrá que analizar nuevamente la constitucionalidad de la ley. Que las empresas siguan actuando en los cauces del sistema jurídico mexicano también podrá evitar que recurran a instancias internacionales para dirimir la controversia con el gobierno mexicano.
Para la industria, la vigencia de la LIE es menos dañina que la aprobación de la reforma constitucional por dos razones. Por un lado, la reforma es mucho más amplia en sus alcances que la LIE. Por el otro, a futuro la ley puede modificarse o eliminarse más fácil y rápidamente -con mayoría simple- que la constitución. Parafraseando a Enrique IV, “el negocio de energía bien vale una LIE”.
Aunque el presidente López Obrador deseaba un fallo favorable de la Corte, y lograr la aprobación de la reforma constitucional, –“las dos”, dijo–, el día posterior al fallo declaró que la vigencia de la LIE le permite alcanzar su objetivo de proteger y fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad. De inmediato el gobierno comenzará a cambiar el despacho de energía favoreciendo a las hidroeléctricas, a presionar a las empresas a plegarse al nuevo marco legal y a los jueces para que no concedan amparos y no se conviertan en “abogados patronales”. El círculo de amparos, ataques y presiones volverá a comenzar.
La actitud del presidente también manda un mensaje importante a la Cámara de Diputados para la discusión de la reforma constitucional. Aprobarla sigue siendo un objetivo de Morena y del gobierno, pero perder la votación ya no es una cuestión de vida o muerte si el presidente dice que con la LIE tiene suficiente. El peligro para los líderes de los grupos parlamentarios en la Cámara de Diputados es que la disciplina y presencia de todos sus miembros se relaje si sienten que se debilita la consigna de aprobar o rechazar la iniciativa presidencial a como dé lugar y por ausencias o abstenciones de algunos legisladores pierden el voto.