En su conferencia mañanera de hoy, el presidente López Obrador describió la estrategia de negociación sobre la reforma eléctrica que planteará en la comida con empresarios de Estados Unidos y el enviado del presidente Biden, John Kerry, y cuyo principio rector es la legalidad.
#ColumnaInvitada | AMLO y Kerry: comida de cuatro tiempos
La estrategia presidencial durante la comida tiene cuatros tiempos:
1.- La exposición de abusos. El presidente mostrará que, desde su perspectiva, se ha abusado de la reforma eléctrica actual en muy diversos aspectos: (1) marginar la generación de hidroeléctricas del despacho para favorecer a empresas privadas; (2) los contratos de autoabasto en que empresas aparecen como socias de una terminal eléctrica; (3) las terminales de combustible que además de que operaban sin permiso, han servido para introducir gasolinas de contrabando o de huachicol.
2.- La propuesta de la legalidad. Se respetarán los contratos que existan y estén apegados a la ley. Los contratos de autoabasto que violan la ley, como lo ha resuelto la Suprema Corte de Justicia, no tendrán vigencia y tendrán que ser renegociados.
3.- El estímulo a la inversión. La situación en Europa abre oportunidades para la inversión en México, invitará a los empresarios a invertir para aprovecharla. El presidente dirá que el marco jurídico que se acuerde dará seguridad a las inversiones y que el gobierno no solo respetará las condiciones pactadas sino que facilitará permisos y otros apoyos.
4.- La disposición para alcanzar acuerdos. El presidente intentará mostrarse flexible y dispuesto a llegar a acuerdos, dentro del marco de legalidad que describió.
Con esta narrativa el presidente pretende hoy, con un discurso apegado a la legalidad, presentarse como un dirigente que escucha y aprecia el papel de las empresas en el desarrollo de México y que ofrece certidumbre a inversionistas para que continúen invirtiendo en México.
Sin duda, los empresarios presentes tendrán una visión distinta de la ley en México pero, a diferencia de sus contrapartes españoles, tiene dos ventajas para llegar a mejores acuerdos con el gobierno mexicano.
Por un lado, no forman parte de la narrativa peyorativa que el presidente repite con frecuencia en referencias a la industria energética extranjera y, por el otro, cuentan con el respaldo del principal socio comercial de México y la zanahoria del T-MEC en el que el presidente pone la esperanza para estimular el crecimiento del país.
La comida en sí parece un esfuerzo extraordinario y urgente por parte de Estados Unidos para encauzar el diálogo con el gobierno e influir en dos decisiones que penden sobre la industria de energía privada en México: el voto de la Suprema Corte sobre la constitucionalidad de la Ley de Energía Eléctrica de 2021 y la discusión de la reforma energética en el Congreso mexicano que concluirá en abril.
Independientemente del resultado de la comida, el que se lleve a cabo es una buena señal de disposición al diálogo y una manifestación clara de que la reforma eléctrica preocupa a Estados Unidos, y mucho.
Nota del editor: Antonio Ocaranza Fernández es CEO de OCA Reputación. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.