Por ello, vale la pena retomar los planteamientos realizados por el presidente López Obrador en su participación. Más allá de la ya tradicional polarización imperante en México, cabe rescatar diversos fragmentos de lo dicho por AMLO, pues abren la puerta para construir un nuevo momento en la relación trilateral.
Hay que reconocer que el discurso del presidente mexicano fue bueno. Al cuestionarse, ¿por qué no podemos producir en América del Norte lo que consumimos?, dejó claro que debemos apuntalar una estrategia económica regional. Tras subrayar que “en la actualidad un consumidor en nuestra región tiene que ponerse en lista de espera para adquirir un electrodoméstico o un automóvil, porque no hay semiconductores, 'chips'… el problema de fondo es que no estamos produciendo lo suficiente y estamos obligados a importar mercancías de otros países”, evidenció que la única forma de recuperar los espacios que hemos perdido frente a otros polos de desarrollo, es mediante la construcción de una política industrial común.
Para lograrlo, será necesario identificar espacios de planeación para el desarrollo conjunto e impulsar un programa de inversión productiva, que genere empleos en América del Norte y que posibilite sustituir las importaciones que se realizan. La carrera con China es tecnológica, por lo que será indispensable fortalecer la sinergia entre países. En la era digital será indispensable profundizar la integración de cadenas de suministro para lograr mucho mayor eficiencia y resiliencia a los cambios disruptivos globales.
El futuro de norteamérica depende de aprovechar el tamaño del mercado de los tres países, de articular de mejor forma los procesos logísitcos para el intercambio de bienes y servicios, de armonizar los flujos de capital y de revisar a fondo el tránsito de capital humano. Resulta prioritario consolidar un programa de inversión productiva en América del Norte que articule una estrategia regional, basada en una política industrial común.