Un año de la toma de la CNDH: resistencia, refugio y economía feminista
El edificio en la calle República de Cuba en la CDMX, que albergó oficinas del órgano que vigila los derechos humanos, está convertido en un refugio para mujeres víctimas de violencia.
"Aquí se encuentran mujeres en resistencia, mujeres que ante el hartazgo de la nula capacidad de las instituciones para resolver sus casos y erradicar la violencia hacia las mujeres y niñas, deciden tomar la CNDH".
Esta es la cláusula que desde septiembre de 2020 se colocó en la entrada de la que fuera la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en la calle República de Cuba, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, la cual fue tomada en principio por familiares de víctimas de violencia sexual y feminicidio.
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Ahora, el edificio está adornado por cruces rosas y consignas de justicia. La placa de la CNDH fue retirada y, en su lugar, aparece una lona negra que anuncia "Casa de refugio". En eso se ha convertido el edificio a lo largo de un año, en el que mujeres renunciaron a la toma y otras se unieron. Esta es la historia.
Un año de resistencia
Las mujeres que se mantienen en resistencia en este edifico denuncian que la persecución por parte del gobierno capitalino en su contra no ha cesado. Es por eso que sus nombres fueron cambiados para este texto, para proteger su identidad.
"Onkapu" es una de ellas, y confiesa que este año ha sido difícil porque, para empezar, el grupo que sigue en resistencia es reducido. Su compañera "Morocha" agrega que la policía no ha dejado de acechar el lugar, además de que el gobierno de la Ciudad de México usa estrategias para tratar de desestabilizar el movimiento.
"Luego pasan hombres vestidos de civil, pero armados, ni siquiera ocultan su arma, entonces siempre está la amenaza hacia nosotras. También están las estrategias que ha usado el gobierno para tratar de romper esto desde adentro, como mandar a mujeres que supuestamente vienen por refugio, nos arriesgamos por ayudarlas y resulta que son casos falsos y solo trataban de filtrarse", dice "Morocha" en entrevista con Expansión Política.
El edificio histórico se ha convertido para ellas en un verdadero refugio, en un espacio seguro que pudiera ser usado por todas las mujeres, ya sea que busquen un refugio o una forma de generar recursos.
"Queríamos que este fuera un espacio que se pudiera hacer usado por también por otras mujeres, que se sientan protegidas, que sepan que aquí nos rifamos por la seguridad de ellas", expresa "Onkapu".
La activista también reconoce que, aunque el edificio es un espacio grande, no es fácil permanecer ahí encerradas, pues recordemos que, al estar en una toma y asediadas por las autoridades, no pueden transitar con facilidad por las calles aledañas.
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"Lo que tratamos fue hacer de este espacio algo más útil y que se sienta como un hogar. Empezamos a dar talleres, apoyos psicológicos y abrimos estos espacios como La Mercadita", dice.
Este tipo de iniciativas también les ha ayudado a financiar su movimiento y su resistencia. Si bien en un inicio recibieron donaciones de otras mujeres y colectivas, tenían claro que la idea no era vivir de aportaciones.
"Sabíamos que teníamos que hacer de este espacio un lugar autogestivo, y que pues aquí con las herramientas y con las cosas que tenemos se ha logrado generar dinero para la manutención del lugar, de las refugiadas, de sus hijas e hijos", destaca "Onkapu".
La Mercadita, una oportunidad para la economía feminista
Además de funcionar como casa de refugio, la sede de República de Cuba número 60 se convierte los fines de semana en una "mercadita", donde mujeres emprendedoras tienen un espacio para vender todo tipo de productos, desde cosméticos, ropa, comida, artículos de oficina y artesanías, hasta recaudar dinero con performance o bailables.
Mujeres, niñas y adolescentes de todas las edades participan en La Mercadita, un espacio que también se siente seguro porque, aunque no es separatista, es decir, que también pueden estar hombres, las jóvenes de la Okupa siempre se mantienen vigilantes.
"La Mercadita es algo que siempre estuvo dentro del plan, y es una de las cosas que nos hacen no desistir, porque ayudamos a otras compas al ofrecerles este espacio, que pues a nosotras no nos cuesta y que incluso la policía ya no entra tan fácilmente porque sabe que no vamos a permitir que las quiten", menciona "Onkapu".
Y esta es también una forma de apostarle a la economía feminista, que se vio aun más golpeada por la emergencia sanitaria de COVID-19. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), hasta diciembre de 2020, nueve de cada 10 personas desempleadas fueron mujeres, quienes de hecho tuvieron una mayor incursión al mercado informal (238,000).
La Mercadita es también una forma de protestar contra la violencia económica que vivimos millones de mujeres".
"Onkapu"
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"No es un triunfo, pero sí un aviso"
Aunque el edificio de la CNDH lleva un año tomado, el grupo de feministas no lo ve como un triunfo ante las instituciones del Estado, porque, dicen, el gobierno sigue ignorando las demandas del movimiento, desestimándolo y, sobre todo, sin tomar medidas para frenar la violencia contra las mujeres.
"Vemos esto como un aviso para el Estado, porque sería un triunfo si, por ejemplo, todos los puntos que habíamos dado en el pliego estuvieran ya resueltos; sería un triunfo si no tuviéramos que seguir presionando a la CNDH y otras instituciones para que hagan su chamba. Podríamos empezar a hablar de triunfo si viéramos que las quejas al menos las revisan", expresa "Onkapu".
La última vez que Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México, se pronunció sobre la toma de este edificio fue el pasado 24 de septiembre, cuando señaló que se han destruido bases de datos y expedientes de víctimas "muy importantes".
Las jóvenes de la Okupa tienen otra versión: "Cuando entramos aquí vimos papeles de años, archivados, no se les estaba dando seguimiento, no siquiera fueron revisados".
Y aunque desde marzo de 2020 ya no se han visto tantas movilizaciones feministas como en años anteriores, el grupo que se mantiene en resistencia en la sede de la CNDH enfatiza que esto no es por las amenazas del gobierno o por las carpetas de investigación que abre la fiscalía local en contra de ellas. Simplemente, es por la pandemia.
"No vamos a dar un paso atrás. Si ahorita no hay marchas tan grandes es por la COVID-19, no por sus carpetas de investigación, porque han abierto muchísimas carpetas para intimidar, y eso tampoco les va a funcionar", señala "Morocha".
Así es como el edificio de República de Cuba 60 se ha convertido en una resistencia. Las oficinas que antes albergaban archivos y a funcionarios del gobierno, hoy son el lienzo de consignas feministas y el refugio de mujeres que huyen de la violencia.