Ayer, mientras veía la ceremonia del grito en su versión de pandemia, recordaba las noches del 15 de septiembre de mi infancia. Había entonces diferencias políticas, por supuesto. Había crisis y señales de alarma en la vida pública. Había también antipatías y simpatías: ese México no estaba exento de polarización. Pero había también algún dejo de concordia. Al decir esto, aclaro de una vez, no me declaro nostálgico de esos tiempos políticos. En absoluto: no estábamos mejor antes de la caída del PRI, ni mucho menos. Incluso en la polarización y hasta la discordia, prefiero siempre al México democrático. Esta reflexión no se trata de política. Mi añoranza es otra.
#LaEstampa | México y sus virtudes
Aunque era una ceremonia excesiva en su adulación de la figura específica del presidente y sus rituales pomposos eran un exceso, el grito de la independencia y el tañir de la campana en el Zócalo, como en cada plaza mexicana, eran un llamado a celebrar lo mucho que todavía nos unía, por encima de lo que nos distanciaba. Había mucho de genuino en ese ambiente de comunidad. No creo caer en el chovinismo si digo que gritar “Viva México” nos hermanaba, más allá de otras cosas.
Me pregunto si eso sigue estando ahí, dentro de nosotros. Esto no es, aclaró también, una crítica al gobierno actual. Aunque la polarización comienza hoy en Palacio Nacional (y de eso no tengo duda) los mexicanos nos hemos distanciado unos de otros desde hace mucho tiempo. El descontento y la discordia llevan años echando raíces.
Quizá peco de pesimista. Ojalá así sea. En cualquier caso, hago votos porque alguna vez recuperemos espacios para la concordia, sin cortapisas. México tiene muchas virtudes. Muchas más de las que estamos dispuestos a reconocer. Vale la pena celebrarlas.
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