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El Congreso en la era de la 4T

La negociación no será fácil para Morena en Diputados, pues tendrá que decidir qué comisiones ceder. Y a su vez, la oposición tendrá que decidir qué partido se queda con cuáles de las que logren.
lun 30 agosto 2021 10:30 AM
Rubén Moreira en conferencia.jpeg
La oposición logró que Morena desechara su intento de quedarse con la Jucopo y la mesa directiva.

Este 1 de septiembre reanuda actividades el Congreso de la Unión instalándose la LXV Legislatura, que acompañará la segunda mitad del gobierno del Presidente López Obrador.

En el caso de la Cámara de Diputados, cambiará la configuración a partir de los resultados de las elecciones de junio pasado, en las que la oposición recuperó algunos espacios y Morena perdió otros tantos.

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Durante la última semana ha sido muy pública la negociación de los principales órganos de gobierno tanto de Diputados como del Senado. Los máximos órganos de ambas son la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) y la Mesa Directiva.

La JUCOPO es el espacio de decisión política, y la integran los coordinadores de cada grupo parlamentario, más algunos representantes adicionales de los dos grupos parlamentarios más numerosos.

La Mesa Directiva es el espacio de operación diaria de las cámaras, donde se reciben formalmente las iniciativas y asuntos de relevancia, y se turnan a las comisiones temáticas para su desahogo legislativo. La componen representantes de todos los partidos según el porcentaje de cada uno.

Por la votación atípica de 2018, que derivó en que Morena y aliados tuvieran mayoría avasalladora, los últimos tres años fue Morena quien dirigió la JUCOPO en ambas cámaras, y la Mesa en el caso del Senado ya que en Diputados sí se alternó.

Desde los tiempos del sistema hegemónico, el partido en el gobierno no tenía control absoluto de las decisiones de los órganos de gobierno de ambas cámaras.

Con las reformas políticas de los últimos 40 años, se había logrado que los órganos de gobierno del Legislativo fueran espacios de diálogo entre las fuerzas políticas, dándoles representatividad. Aunque evidentemente, siempre ha habido prevalencia de las fuerzas mayoritarias.

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Y más importante aún, se habían logrado acuerdos políticos no escritos de alternancia en los órganos para asegurar un entorno de mayor negociación y convergencias. Si bien no los siguió Morena, en los hechos ha habido algo de negociación, aunque mucho menos.

Claramente, al no esperar que se regresara a una confirmación mayoritaria como la que hubo en 2018, hubo reglas de alternancia que prefirieron no escribirse por flexibilidad, pero estos tres años demuestran que ya no deben quedar solo en buenas intenciones, sino en papel.

Ante la nueva conformación de la Cámara de Diputados, Morena tuvo que ceder estos últimos días la presidencia de la JUCOPO, y se quedó con la Presidencia de la Mesa Directiva. Falta aún ver qué acuerdo se logra para la rotación anual de la JUCOPO que antes existía.

El otro espacio fundamental son las Presidencias de las Comisiones de trabajo, donde se analizan, discuten y votan todas las iniciativas y exhortos del legislativo. Al ser una nueva conformación, Morena tendrá que ceder comisiones según la normatividad interna de la Cámara.

La negociación esta ocasión no será fácil, pues Morena tendrá que negociar con la oposición qué comisiones ceder, sin perder poder. Y a su vez, la oposición tendrá que decidir también qué partido se queda con cuáles de las comisiones que logren. A más tardar, en octubre sabremos el resultado.

El Senado lleva otra dinámica esta ocasión pues al tener periodos de seis años, no fueron afectados en su composición en las elecciones de junio. Sin embargo, las negociaciones también han estado complicadas estos días.

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Monreal, quizá el político más hábil de toda la 4T (que realmente aprendió del PRI), estaba definiendo qué senadora se quedaría con la Mesa Directiva. Pero súbitamente, el Presidente dio un manotazo y envió a Olga Sánchez Cordero como Presidenta de la Mesa Directiva.

Mucho se ha especulado sobre si esto es un golpe a Monreal, para acotar su claro liderazgo y capacidad de operación. Y aunque sí puede ser la intención, no es mucha la merma que le hace el Presidente, por al menos dos razones principales.

Por un lado, la JUCOPO la mantiene Monreal, y es desde donde se hacen las negociaciones políticas más importantes, que después la Mesa Directiva implementa en el proceso legislativo.

Por el otro, Sánchez Cordero no se ha caracterizado por ser una operadora política muy hábil. Su paso por Segob fue más que mediocre. Y en el Senado, los meses que estuvo en 2018 no demostró conocer el Poder Legislativo. Así que el personaje no es propiamente una amenaza.

Lo más relevante de esta situación es su posible implicación en el clima de la sucesión de 2024. Hay quienes piensan que con esto se debilita a Monreal. Habemos quienes creemos que no es un golpe tan fuerte.

Algo muy importante que hay que recordar es que no estamos viviendo tiempos políticos normales. La 4T ha roto con todos los códigos. El más importante de ellos es la institucionalidad y la disciplina.

Hoy, si bien el Presidente es quien tiene el poder de decidir la candidatura, por su propia naturaleza también deja cabos sueltos. Y Monreal, siendo el animal político que es, si algo sabe es agarrar esos cabos y unirlos a su mejor conveniencia.

Es altamente probable que no sea candidato presidencial, lo que hay que medir muy bien es todo lo que logrará negociar y acaparar políticamente en el camino. Seguramente se mantendrá como uno de los personajes políticos más relevantes, y con mayor poder ante la división de Morena.

Lamentablemente, en todo este entorno, poco o nada se ha discutido sobre la urgencia de revertir los grandes daños de los últimos tres años al Poder Legislativo, y la importancia de plantear una reforma profunda que permita blindarlo y profesionalizarlo.

Esto no pasará con la 4T, pero debería ser una bandera de la oposición y de los contrapesos sociales. Ya hemos visto las consecuencias de legislar con las patas (parafraseando a Muñoz Ledo), y de pasar por alto cualquier técnica y normatividad legislativa por la aplastante mayoría que había.

Lo dijimos hace tres años, la reforma al Poder Legislativo no debe esperar más. Debemos impulsarla desde todas las trincheras, para mantenerlo autónomo y como contrapeso del Ejecutivo.

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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