La construcción de una maqueta del Templo Mayor en el Zócalo ha provocado airados rechazos en redes sociales . Me parecen una exageración. Aunque la maqueta tenga imprecisiones y la iluminación nocturna no sea, digamos, de lo más elegante, cumple con una función importante y descuidada: la divulgación histórica.
Con algunas muy honrosas excepciones, la arqueología mexicana ha sido mezquina con el gran público. Me explico: no sugiero que el trabajo extraordinario de los arqueólogos mexicanos no nos haya descubierto portentos. Lo hacen todos los días. El trabajo en el proyecto del Templo Mayor es asombroso, lo mismo que lo que se ha hecho en Teotihuacán, por dar solo dos ejemplos de muchos posibles. Pero esa labor de descubrimiento constante no se ha traducido en exposiciones suficientemente imaginativas que atraigan a los mexicanos al conocimiento de nuestra historia, que es única.