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#ColumnaInvitada | El video de la pluma y el mito del fraude electoral

Para quienes recibieron el video de la pluma en que se sugiere que se pueden borrar votos: es imposible que alguien borre una boleta porque hay al menos 16 personas al momento de contar los votos.
mar 01 junio 2021 06:20 AM
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La información del video es falsa.

El fantasma del fraude electoral en México es invocado en cada proceso electoral. Sus defensores evocan eventos que sucedieron antes de la creación del Instituto Federal Electoral, como si 30 años de construcción democrática e institucionalidad nunca hubieran ocurrido. Otros más recuerdan las elecciones de 2006, año en que el perdedor de la contienda, hoy presidente de México, no aceptara los resultados aunque tampoco pudiera presentar una sola prueba en ya 15 años.

Hoy, de cara a la jornada donde las y los mexicanos elegiremos más de 20,400 cargos de elección popular, algunas voces insisten en enturbiar el ambiente con acusaciones que preparan el terreno para desacreditar, en los hechos, los ideales por los que dicen haber luchado.

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Por ello es fundamental recordar el por qué es seguro votar en México.

Primero, porque sólo pueden hacerlo las personas que se encuentran en el listado nominal. Cada uno de los más de 93 millones y medio de personas inscritas en dicho listado fue supervisada y avalada por todos los partidos políticos a nivel distrital, local y nacional por medio de sus comisiones de vigilancia.

No pueden votar muertos ni puede haber rasurados. No, no pueden.

Desde 1993 las credenciales para votar cuentan con fotografía. El elector se identifica con ella en la mesa de votación y además, revisan que su nombre aparezca en el listado y que no tenga líquido indeleble en su pulgar.

No lo constata una sola persona, sino seis funcionarios y funcionarias de casilla que fueron seleccionadas al azar, por medio de dos sorteos, y que son quienes reciben, cuentan y registran el voto de sus vecinos.

Este año, el INE seleccionó aleatoriamente a 12 millones 300,000 mexicanos y mexicanas y visitó al 99.98% de ellas en sus casas. Lo hizo siguiendo una ruta de visita con un orden particular que permite verificar el trabajo realizado, así como que exista imparcialidad en los recorridos.

Estos funcionarios, además, están acompañados en todo momento por representantes de partidos políticos. Este año se registraron casi 3 millones de representantes generales y de casilla. En 2018, por ejemplo, el 99.3% de las casillas tuvo al menos un representante de partido presente el día de la jornada electoral y el 98.1% tuvo al menos a dos representantes de candidaturas contrarias.

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Es decir, aún y cuando una persona tuviera intenciones de cometer una irregularidad, las mesas de votación se convierten en los lugares más vigilados y plurales de la contienda electoral.

¿Y si falsifican las boletas? Es imposible. Son fabricadas con papel seguridad, se les adicionan impresiones que sólo son visibles con luz ultravioleta, microimpresiones de texto, fibras ópticas visibles e invisibles, imágenes latentes, además de que están perfectamente identificadas con la ubicación de la casilla en donde deberán utilizarse. Más aún, las boletas están foliadas y pueden ser revisadas y firmadas por los partidos políticos antes de iniciar la votación.

¿Es relevante con qué marco mi boleta? Más allá de que se ha probado, en cada proceso electoral, que el marcador que está disponible en las casillas NO se borra, propagar este rumor denota que no se entiende la dinámica de las mesas de votación. De hecho, hasta por medidas de seguridad sanitaria, este proceso se ha invitado a qué cada quien lleve la suya. Una vez marcado el sufragio en una mampara que asegura la secrecía del voto, la papeleta cae en una urna transparente que sólo es abierta por quienes fungen como funcionarios de casilla con la vigilancia de los partidos. Es decir, aunque se marcara con lápiz el voto y un funcionario tuviera su goma lista, el procedimiento lo haría imposible. Como se ha explicado, puede haber hasta 16 personas en la casilla, más los observadores electorales, que supervisan el procedimiento cuando abren las boletas, las ordenan, las cuentan y registran los resultados en el Acta de Escrutinio y Cómputo.

Todos y cada uno de los funcionarios presentes firman esa acta, así como los representantes de partidos políticos. Y cada fuerza política se lleva su copia del acta para verificar que los votos se cuenten y se cuenten bien. Todas estas actas pueden ser consultadas por la ciudadanía en el portal del PREP la misma noche de la elección.

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Aún más, si existieran dudas de la inviolabilidad del paquete, los votos de esa casilla son recontados, una vez más, en presencia de los partidos políticos. Después de la elección de 2006 y como consecuencia de la consigan “voto por voto” las causales de recuento han aumentado. En 2006 se recontó únicamente el 9% de los paquetes. En 2018 fue casi el 75%. En todos los recuentos se ha comprobado que el registro que realizan los funcionarios de casilla el día de la elección es correcto.

En realidad, lo único que puede afectar el adecuado desarrollo de los comicios en México es la abstención y la violencia. Acudir a las casillas, votar, supervisar de primera mano la cadena de confianza que se ha construido a través de varias décadas es la mejor forma de respaldar la democracia. La sombra del fraude estará presente en tanto los contendientes no hagan gala de la responsabilidad política que deben asumir al vivir en democracia. Pero repetir mil veces esa mentira no la hará realidad. Y no lo hará porque en México la ciudadanía es quien organiza las elecciones. Ni más ni menos.

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Nota del editor:

Farah Munayer es maestra en Administración Pública Internacional por Sciences Po. Asesora del Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Twitter @fmunayers

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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