El asesinato brutal de Abel Murrieta en Ciudad Obregón, Sonora, me recordó una conversación que tuve hace más de una década con un funcionario experto en inteligencia y seguridad en México.
Le pregunté cuánto tiempo duraría la crisis de violencia en el país. Veinticinco años al menos, me contestó. Luego le pregunté cuál era, entonces, el mayor reto de la vida mexicana. Me explicó que México enfrenta una larga lista de desafíos, la mayoría de difícil solución: pobreza, corrupción, un frágil estado de derecho, etcétera. Pero, hay un asunto que eclipsa absolutamente todos los demás, aunque los políticos no siempre lo reconozcan: la inseguridad. “Es el famoso elefante en el cuarto. Ahí está, ocupándolo todo, aunque nadie quiera hablar de él”, me dijo.