Movimiento Ciudadano optó por no sumarse a ninguna de las alianzas que competirán en el proceso electoral del próximo 6 de junio. Su argumento fue que el suyo es un proyecto incompatible tanto con los “partidos de siempre” como con “quienes prometieron cambiar la historia, pero hasta ahora solo la están repitiendo”.
Ciertas voces han interpretado esa apuesta en términos de una intención de ubicarse como “tercera vía”, como alternativa potencial para un electorado de nicho, sobre todo de jóvenes en contextos urbanos, que no quieren volver a votar por el lopezobradorismo aunque tampoco por unas oposiciones que les parecen obsoletas y carentes de credibilidad. Otras voces han insistido en que se trata de la vieja artimaña de dividir a la oposición para, de ese modo, ayudar indirectamente a la coalición del presidente; o, en una variante menos malpensada, de jugar al “tercero en discordia” y si hay algo cercano a un empate entre las bancadas pro- y anti-AMLO constituirse entonces como una fuerza bisagra en la Cámara de Diputados.