Cada año, durante el mes de abril se lleva a cabo la “Semana Mundial de la Inmunización” y podemos leer en los periódicos, en medios y plataformas digitales, mucha información relacionada con las necesidades de la niñez; esto me lleva a reflexionar sobre la manera en que la humanidad cimienta las bases que servirán para la sobrevivencia de las siguientes generaciones y, cómo esto, implica calificar si lo que estamos haciendo está bien o mal, debido al contexto actual y la diversidad de aristas que trajo el COVID-19, ha sido un año que nos invita a la introspección.
Estamos viviendo un periodo de explosión científica y tecnológica que, dada la situación de emergencia, se ha acelerado. El mundo en confinamiento echó mano de las plataformas de comunicación y de conferencia a distancia. La interacción en redes sociales suplió en lo posible el contacto físico. Del mismo modo, los flujos de mercado a través de compras por internet también han aumentado considerablemente. Pero quizá lo más relevante, es el tiempo récord en el que se han logrado desarrollar varias vacunas, en cumplimiento de las normas, estándares y protocolos internacionales en la materia. 18 han sido registradas ante la OMS y 9 están en la fase final, de estas, 5 se aplican en México.