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#ColumnaInvitada | Entre ríos revueltos, vacunación 2021

Utilizar la gestión de la pandemia a favor o en contra de intereses políticos deja mucho que desear entre grandes líderes. Estamos en una situación de crisis humanitaria global.
mié 28 abril 2021 06:20 AM
Entre ríos revueltos, Vacunación 2021
En términos generales inmunizar a la población es un acto de prevención y protección contra los riesgos que derivan de contraer enfermedades graves.

Cada año, durante el mes de abril se lleva a cabo la “Semana Mundial de la Inmunización” y podemos leer en los periódicos, en medios y plataformas digitales, mucha información relacionada con las necesidades de la niñez; esto me lleva a reflexionar sobre la manera en que la humanidad cimienta las bases que servirán para la sobrevivencia de las siguientes generaciones y, cómo esto, implica calificar si lo que estamos haciendo está bien o mal, debido al contexto actual y la diversidad de aristas que trajo el COVID-19, ha sido un año que nos invita a la introspección.

Estamos viviendo un periodo de explosión científica y tecnológica que, dada la situación de emergencia, se ha acelerado. El mundo en confinamiento echó mano de las plataformas de comunicación y de conferencia a distancia. La interacción en redes sociales suplió en lo posible el contacto físico. Del mismo modo, los flujos de mercado a través de compras por internet también han aumentado considerablemente. Pero quizá lo más relevante, es el tiempo récord en el que se han logrado desarrollar varias vacunas, en cumplimiento de las normas, estándares y protocolos internacionales en la materia. 18 han sido registradas ante la OMS y 9 están en la fase final, de estas, 5 se aplican en México.

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En términos generales inmunizar a la población es un acto de prevención y protección contra los riesgos que derivan de contraer enfermedades graves. Además de beneficiar a las personas en sí mismas, vacunar termina por eficientar, a largo plazo, el ejercicio de recursos públicos, ya que reduce los gastos globales en servicios de salud.

Lo que cuesta una vacuna siempre es menor a lo que costaría padecer la enfermedad y sufrir sus consecuencias, en términos económicos, de salud y de vida. La OMS indica incluso, que la inmunización es indispensable para el desarrollo y cumplimiento de los ODS.

Esta pandemia nos ha dejado muy claro todo lo que esta en riesgo cuando no hay una vacuna o un tratamiento disponible. Sin embargo, llevar a cabo esta labor requiere de esfuerzo y comunicación permanente en el sector público y en el privado. La OPS/OMS ha reportado que, en los últimos años, los porcentajes de inmunización han descendido en la región, lo que ha resultado en brotes de enfermedades que se creían erradicadas como polio, difteria, rubiola y tos ferina, a pesar de los conocidos efectos devastadores para el organismo que incluyen discapacidad permanente o muerte.

Ante la información tan especializada y técnica que estos compuestos requieren, un halo de incertidumbre también se ha expandido en torno a las vacunas y sus efectos. Menos del 3% de la población mundial ha sido vacunada y mucho se ha comentado sobre la efectividad de las vacunas anticovid, así como de efectos secundarios inesperados y peligrosos que han llevado a varios países a tomar la decisión de no permitir el acceso de estas a su población, ni si quiera como ayuda humanitaria. Desde conspiracionismo político o corporativo hasta el rechazo a toda vacuna, el miedo y la desinformación también están jugando su papel en esta crisis.

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Por otra parte, más allá del debate científico, hay otros asuntos que conciernen a las vacunas y que también deben discutirse. Aprovechar el acceso a vacunas para favorecer a familiares o amigos de funcionarios públicos, como ha ocurrido en algunos países de la región, es un crimen humanitario, así como debe serlo acaparar vacunas por compra en grandes volúmenes y por “denominación de origen”.

De la misma manera, utilizar la gestión de la pandemia a favor o en contra de intereses políticos, deja mucho que desear entre grandes líderes. Estamos en una situación de crisis humanitaria global, y por años seguiremos viendo los efectos. Buscar la cooperación internacional para hacer frente a una amenaza global, como el COVAX, generar mecanismos que permitan hacer frente a la desigualdad integrando avances científicos y tecnológicos y poniéndolos a libre disposición de todos los gobiernos como el C-TAP, así como, repensar la recuperación global con enfoque a derechos humanos y tratando de cerrar brechas, más que deseable, es necesario.

Llevamos más de un año de crisis y la urgencia de salir adelante es de todas y todos, pero mientras la ciencia se preocupa por generar soluciones, otra realidad ampliamente abordada y no por ello menos importante es que, las estructuras de desigualdad tienen efectos agravados en la población más vulnerable, por supuesto, en contraste con las utilidades de miles de millones de dólares que ahora cotizan las grandes farmacéuticas a cargo de las vacunas.

Creo que si hay una lección relacionada es que la diferencia de opiniones enriquece a la democracia, pero los discursos que pretenden dividir, segregar y enfrentar diferentes sectores de la sociedad son nocivos y no favorecen al mundo, sino que buscan sacar lo peor de las personas. La cooperación, por el contrario, sigue la ruta de conciliar y sumar voluntades para alcanzar mejores resultados y beneficios vitales. Toca a las y los políticos enfrentar con valor esta situación partiendo desde la salvaguarda de los derechos humanos.
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Nota del editor: la autora es titular de la Unidad de Enlace Legislativo y Relaciones Instituciones de la ASF.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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