La industria y el beneficio privado no pueden tener prioridad sobre el derecho a la salud de todos los mexicanos. Es por ello que es absolutamente inaceptable que la capacidad de compra de las personas determine quién será vacunado primero, es decir, que se vacune primero a quien tenga dinero.
El orden de vacunación debe ser determinado con base en el bien común, teniendo por meta reducir el número de muertes y de afectaciones a la sociedad en su conjunto. Es la labor del Estado, en calidad de nuestro representante, y de los expertos en salud, en calidad de sus consejeros, el determinar cuál será el orden de vacunación adecuado.
Una vez fijado el orden, como ha sido, el siguiente reto es acatarlo.