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Biden y la cooperación en centroamérica

Con Joe Biden se abre un nuevo impulso al desarrollo de Centroamérica por la vía de una cooperación internacional renovada, focalizada y efectiva, es quizá más posible hoy que nunca.
jue 03 diciembre 2020 04:06 PM
joe biden
Biden ha trabajado la agenda migratoria con Centroamérica.

Conocí a Joe Biden en 2014 y 2015, cuando siendo subsecretaria de Relaciones Exteriores para América Latina ideábamos ambos países de manera conjunta, proyectos para la cooperación con Centroamérica, más específicamente, con el Triángulo Norte compuesto por Guatemala, Honduras y El Salvador.

Acabábamos de pasar la etapa más álgida de la crisis de menores migrantes no acompañados que había sido un desastre humanitario: niñas y niños transitando Centroamérica, México y Estados Unidos solos, en búsqueda de una reunificación temporal con sus familiares más cercanos, aprovechando que los procesos para que un juez estadounidense determinara si les daba la residencia duraban un promedio de dos años, y mientras esperaban resolución, se mandataba una reunificación de facto con su familia.

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Esta migración de coyuntura fue promovida por las redes transnacionales de traficantes de personas que hicieron enormes negocios aprovechando el espacio legal, a costa de un sufrimiento humano inconmensurable.

Casos como éste eran comunes y desgarradores y a diario veíamos cientos de ellos: una niña de 14 años que venía con sus dos hermanitos de 10 y de 6 años, provenientes de Comayagua, Honduras, pretendían reunificarse con su madre que laboraba de mesera en Houston.

Fue así que México y Estados Unidos promovimos y apoyamos conjuntamente el proyecto tripartito del Triángulo Norte denominado “Alianza para la Prosperidad”, homónimo del proyecto de cooperación México-Estados Unidos con un espectro más amplio que surgiera en 2001 entre los gobiernos de los Presidentes Fox y Bush y que llamábamos “P4P” por sus siglas en inglés.

Desde hace décadas, los gobiernos de México y Estados Unidos, con mayor y menor intensidad; mayores y menores grados de coordinación; y distintos nombres propios, han hecho esfuerzos para atender de manera estructural las principales causas de la migración que ocurre desde el sur hacia el norte del continente.

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De acuerdo a cifras del Banco Mundial (para épocas estándares en términos económicos y de salud), Guatemala tiene al 60% de sus habitantes en situación de pobreza, Honduras al 62% y El Salvador al 30%. Ello, más la falta de acceso a derechos como la salud, educación, vivienda, servicios básicos a la vivienda; la falta de libertades y los retos al pleno ejercicio de los derechos humanos, se suman a la inseguridad como los principales factores de emigración.

La creciente violencia arroja en Guatemala 23 homicidios por cada 100 mil habitantes, 83 en Honduras y 56 en El Salvador, convirtiendo a estos últimos dos países en unos de los más violentos del mundo y siendo una poderosa explicación adicional para que los centroamericanos del norte dejen sus lugares de origen y se embarquen en procesos migratorios que implican riesgos extremos y abusos.

Fue así que en diálogo bilateral y con el apoyo del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID) participamos en el diseño de un proyecto de cooperación para el desarrollo regional que incorporara tres elementos: 1) los países del Triángulo Norte definirían de manera autónoma sus prioridades y aportarían parte de los recursos para el cumplimiento de sus metas; 2) México, Estados Unidos y otros aliados intra y extra regionales otorgarían cooperación financiera y técnica para crear un fondo para el desarrollo; y 3) el BID brindaría recursos financieros (algunos a fondo perdido, pero principalmente financiamiento a tasas muy competitivas) y técnicos para la planeación y ejecución de los proyectos que se centrarían en los siguientes ejes: mejoramiento de la infraestructura fronteriza; infraestructura energética para la competitividad; fortalecimiento institucional; seguridad; empleo y productividad.

Los actores tuvimos varias reuniones de trabajo en Washington, México, Guatemala y Honduras. Era un buen plan que partía de un diagnóstico detallado que incorporaba la visión de los centroamericanos sobre una ruta realista de cómo alcanzar prosperidad y lograr una disminución progresiva de la migración por las razones correctas: los factores de retención, y no los de contención o expulsión.

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Se avanzó mucho, se lograron acuerdos complejos que no se habían alcanzado por años, se firmaron compromisos, se realizaron planes y planos, pero muy poco llegó a concretarse.

Con cada ciclo político y cada gobierno en cada país se inauguraron visiones diferentes, con prioridades cambiantes y nuevas formas de hacer las cosas. En estos procesos se perdieron oportunidades y momentum. Lo bueno es que el momentum y las oportunidades también se ganan. Y en la nueva época que se inaugurará con la administración Biden, tenemos que aprovechar el hecho de que pocos políticos estadounidenses conocen y están sensibilizados como él sobre esta problemática. Conoce el terreno, a su gente y sus problemáticas más profundas.

Un nuevo impulso al desarrollo de Centroamérica por la vía de una cooperación internacional renovada, focalizada y efectiva, es quizá más posible hoy que nunca. Sería un extraordinario mensaje de aliento, por ejemplo, ver construirse dos cruces fronterizos formales más entre México y Guatemala tan indispensables entre Carmen Xhan y Nuevo Orizaba, o entre éste y Bethel; y el poder mejorar la infraestructura del lado guatemalteco en al menos 5 de los 10 cruces fronterizos formales existentes; y el actualizar la tecnología disponible en ambos lados de la franja fronteriza para facilitar el despacho de mercancías y detectar contrabando y actividad criminal; y el hacer efectiva y eficiente la unión aduanera entre los tres países del Triángulo Norte; y llevar gas y electricidad desde México hasta Colombia pasando por toda la subregión mejorando significativamente su competitividad.

La oportunidad llama. Abrámosle la puerta.

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La autora fue servidora pública por más de 25 años, ex-Subsecretaria de Relaciones Exteriores, Sedesol, Hacienda y Senadora con Licencia.

Nota del editor: las opiniones de este artículo son responsabilidad única de la autora.

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