Dentro de los 20 principios del prolijo documento similar a la “Cartilla Moral”, este decálogo, está repleto de conceptos decimonónicos, donde gran parte de este texto contradice el actuar acostumbrado del presidente y parece una vacilada de él y de gran parte de quienes integran su gabinete, porque no han respetado ni la mitad de los “mandamientos que predica”, es más un decálogo del mesianismo, la simulación y descaro de quien nos gobierna.
En el capítulo 1, nombrado “Del respeto a la diferencia”, se contradice el subtítulo “Evitemos imponer “nuestro mundo” al mundo de los demás”. Se lee tan incoherente de alguien que, desde el día 1 de su gobierno, impuso la cancelación de obras que generaron incertidumbre a nivel nacional e internacional, impuso una austeridad republicana que provocó un desastre en las instituciones y hoy se ve reflejado en una crisis de salud y seguridad.
En esa misma página, está el siguiente tema, “De la vida No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas”, y es un argumento tan indescifrable e inexplicable ante el dolor de las madres de los más de mil 600 niñas y niños que fallecieron por la falta de tratamientos médicos; las familias de los más de mil 900 médicos que perdieron su vida en la primera línea de batalla contra el COVID-19, o los más de 180 mil afectadas de la zona sur del país, a causa de las fuertes lluvias, las inundaciones y los deslizamientos de tierra.
En la página 10 de su epístola habla “De la dignidad No se debe humillar a nadie”, estas letras se leen vacías de alguien que cada mañana ocupa sus conferencias de prensa como un grosero instrumento para humillar al sistema político, a las instituciones, y a quienes no estén de acuerdo con sus ideales y la forma de gobernar el país.