Uno de los aspectos más parecidos entre Calderón, Peña y el actual presidente es su trato a sus propios partidos una vez que alcanzaron el poder. Calderón dividió y debilitó al PAN; Peña marginó y dinamitó al PRI; y hoy López Obrador pareciera buscar la implosión de Morena.
El desprecio de los tres presidentes por los partidos políticos que los llevaron al poder ha sido evidente. Y sus consecuencias para el sistema democrático y de partidos han sido brutales. Solo usaron a sus partidos como vehículos, para después aniquilarlos.
Los casos de Calderón y el presidente son muy similares. Ambos, con sus ambiciones absolutistas de poder, necesitaban eliminar cualquier tipo de sombra o competencia a su figura de decisores. Y Peña, ignorante de las instituciones, permitió a sus cercanos descargar su odio contra el partido.