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La lucha geopolítica por la vacuna

EU, Rusia y China, entre otros, están en la carrera por obtener la vacuna contra el COVID-19, pero en esa búsqueda no debe imponerse el nacionalismo en la ciencia, advierte Jorge Sánchez Tello.
jue 10 septiembre 2020 11:00 AM
Vacunas
El mundo entero está a la espera de una vacuna efectiva contra el COVID-19.

Este 2020 está siendo de grandes cambios en el mundo. Actualmente se vive una lucha geopolítica para producir una vacuna contra el COVID-19. Particularmente los países industrializados están en una dura competencia científica, económica y geopolítica, en la que no solo existe el compromiso humano para tener una vacuna a tiempo, sino que hay una lucha de intereses comerciales y políticos.

El análisis de la geopolítica nos permite a veces comprender mejor lo que pasa a nivel local en muchos países. Por ejemplo, el presidente Trump busca tener la vacuna antes de las elecciones y, para lograr este objetivo, ha buscado tener la exclusiva de un laboratorio alemán, CureVac, y ha desatado un importante conflicto político en la Unión Europea.

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Sin embargo, este laboratorio ha afirmado que no ha llegado a tal acuerdo y está más confiado en la vacuna que está financiando la Fundación Bill & Melinda Gates para este año. La Unión Europea no se ha fiado e interpretó el acercamiento de Washington a este laboratorio en términos del big game de la geopolítica y una clara ofensiva de Trump para hacerse de la vacuna a casi cualquier precio.

Pero Estados Unidos no está jugando solo en este ajedrez político. China está tratando de tener la vacuna para demostrar que, además de tener un mejor control sobre la pandemia, es el primero en tener la vacuna y así demostrarle a Occidente que está en mejor posición que Estados Unidos. Lamentablemente hay opacidad y no siempre fluye con transparencia la información que viene desde China, pero sus dirigentes están jugando bien sus cartas políticas en este tema.

Sin embargo, la vacuna debe tener una solución global y de cooperación. No debe imponerse el nacionalismo en la ciencia, porque puede tener como consecuencia que aumente la desigualdad y las consecuencias serán terribles para los países más pobres.

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Sin necesidad de disparar armas, hasta el momento, la guerra geopolítica por lograr la vacuna se ha convertido en la primera gran guerra del siglo XXI. Es importante que para evitar un conflicto internacional la patente sea libre y eso no significa que las farmacéuticas no obtengan un beneficio de la vacuna, se trata solamente de compartir el conocimiento para evitar una mayor inequidad al momento de que exista la vacuna.

Para Rusia, ser el primer país que tenga la vacuna se ha convertido en una prioridad relevante, similar a la que dio Stalin a la hora de tomar Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, y busca competir y colocar sus vacunas en varios países como señal del poder científico que tiene.

Sin embargo, esta carrera es peligrosa si finalmente no se comparte el conocimiento o si, por tener la vacuna en el menor tiempo posible se saltan protocolos o no se ha comprobado que sean efectivas, el costo puede ser alto. La vacuna se ha convertido en el nuevo poder equivalente a quién tiene más armas nucleares y puede ser un problema geopolítico importante.

Con este escenario de fondo, sigue la disputa sobre quién será la potencia que ponga las reglas en el mundo en este siglo XXI, si Estados Unidos sigue siendo la gran potencia o ese rango le es arrebatado por China o Rusia.

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Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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