Sin necesidad de disparar armas, hasta el momento, la guerra geopolítica por lograr la vacuna se ha convertido en la primera gran guerra del siglo XXI. Es importante que para evitar un conflicto internacional la patente sea libre y eso no significa que las farmacéuticas no obtengan un beneficio de la vacuna, se trata solamente de compartir el conocimiento para evitar una mayor inequidad al momento de que exista la vacuna.
Para Rusia, ser el primer país que tenga la vacuna se ha convertido en una prioridad relevante, similar a la que dio Stalin a la hora de tomar Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, y busca competir y colocar sus vacunas en varios países como señal del poder científico que tiene.
Sin embargo, esta carrera es peligrosa si finalmente no se comparte el conocimiento o si, por tener la vacuna en el menor tiempo posible se saltan protocolos o no se ha comprobado que sean efectivas, el costo puede ser alto. La vacuna se ha convertido en el nuevo poder equivalente a quién tiene más armas nucleares y puede ser un problema geopolítico importante.
Con este escenario de fondo, sigue la disputa sobre quién será la potencia que ponga las reglas en el mundo en este siglo XXI, si Estados Unidos sigue siendo la gran potencia o ese rango le es arrebatado por China o Rusia.
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Nota del editor: Jorge Sánchez Tello es director del Programa de Investigación Aplicada de la Fundación de Estudios Financieros (FUNDEF). Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.