Ya no es posible que se ignoren los registros de lo que han provocado: la mayor cantidad de muertes por inseguridad, más de 60K muertos por la pandemia (y con ritmo de crecimiento para duplicar en unos meses), más de 20 millones de empleos perdidos, una cantidad indeterminada de empresas quebradas, fugas de capitales, destrucción de inversiones, pérdida de confianza, y en general la debacle que se cierne sobre el país y que impactará con toda su fuerza en las semanas y meses por venir.
Ahora toca ver qué sigue. AMLO debe definir literalmente en estos días si finalmente tiene capacidad de enmienda o si cual mula terca, es capaz de seguir empujando en la misma dirección a pesar de que se ve frente a nosotros un profundo abismo. Su escapatoria usual que era el "combate a la corrupción" para distraer la atención no es viable ni creíble, no lo era antes para muchos, no lo es ahora para nadie a partir de ver lo que hizo en video el nuevo hermano incómodo de nombre Pío.
No teniendo esa puerta falsa llegó la prueba del ácido. O se corrige y finalmente se empieza a recurrir a la técnica, a la ciencia, y a la experiencia, para ahora sí entrarle de lleno a la agenda de las cosas que realmente importan a la ciudadanía. O se radicaliza y piensa que la agenda de destrucción se debe apretar y apresurar. Hasta ahora ha optado por lo segundo. Por eso el país marcha tan mal.
Debemos ser claros de que ni en este caso ni en ningún otro hemos solapado o dejado de criticar lo que se hizo en sexenios pasados, particularmente en el que gobernó Videgaray a través de Peña Nieto. Los excesos fueron descomunales y evidentes. Le haría muy bien al país que se apliquen todos los protocolos de investigación y solvencia procesal para asegurar que a cualquier persona que se investigue, acuse y sancione, sea con estricto apego legal.
En este rasero caen absolutamente todos, incluyendo los actores del pasado, pero también los del presente, incluyendo evidentemente a AMLO, su familia, sus coequiperos y el propio Morena. La justicia debe ser neutra, transparente e imparcial. En caso contrario no es justicia sino simulación y arbitrariedad – justo lo que estamos viendo ahora.