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Sí son iguales, pero peores

Eso de que eran diferentes ha quedado demostrado gráficamente que es una vil mentira. Son los mismos, pues se forjaron en la misma escuela, pero ahora se ostentan con una apariencia distinta
jue 27 agosto 2020 11:00 AM
Hermano amlo
El video del hermano de López Obrador tira el discurso de "ser diferentes".

En su momento de aparente máxima intensidad. Cuando pensaba que estaba en la cima de la montaña. Sintiéndose como el gran juzgador de los opositores. De repente se cae todo porque el espejo lo mostró no solamente de carne y hueso, sino además con un profundo problema de incongruencia e inconsistencia.

Dicen que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo. Y fue así que Pío desnudó a su hermano. La vida trae sorpresas (y no tanto). Se acabó el mito, aunque quizá nunca existió. La gran proeza que significaba abatir corrupción, injusticia, impunidad, inseguridad e inequidad, de repente se topó no solamente con la realidad (que es implacable), sino también con el peso de un video que demuestra que ellos hacen lo mismo de lo que tanto se quejaron, que son capaces de mentir, que sí pueden abusar, y que al final del día no merecen confianza alguna.

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Y no es un tema de hacer leña del árbol caído. Es más bien la necesidad de abrir los ojos ante lo que hemos venido diciendo desde hace muchos meses y de entregas previas en estas columnas, AMLO y la 4T no son sino productos mercadológicos, que no aspiran ni hacen nada para realmente cumplir con lo que ofrecieron.

Más bien todo lo contrario, desde su origen han demostrado que más allá de simbolismos no hay ni capacidad ni deseo de realmente hacer las cosas bien. Hablaron de ir a las causas de los grandes problemas nacionales, y nada de eso ha sucedido. De hecho lo que han provocado es agravar todo y prácticamente no resolver nada. Donde no había problemas los generaron, y donde se tenían que corregir las cosas, lo estropearon todo.

Y no es cuestión de la casualidad. Es el resultado directo de ser y actuar como unos verdaderos chivos en cristalería. De asumir que con meras declaraciones los temas se resuelven. Que con ser profusos o dicharacheros se pueden lograr resultados. Que con una diatriba mañanera todos los días se puede lograr algo. Que marginando la ciencia y la técnica se pueden dar resultados improvisadamente. Que la preparación y la experiencia son substituibles por la ocurrencia y la estridencia. Por eso se cayó el castillo de naipes.

Estamos en un punto de inflexión. La situación requiere definiciones de fondo. La estrategia de inundar los medios con mera propaganda generada por Epigmenio Ibarra ya llegó a su límite. Ahora el gobierno federal no tiene punto de rescate frente a la destrucción que ha generado.

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Ya no es posible que se ignoren los registros de lo que han provocado: la mayor cantidad de muertes por inseguridad, más de 60K muertos por la pandemia (y con ritmo de crecimiento para duplicar en unos meses), más de 20 millones de empleos perdidos, una cantidad indeterminada de empresas quebradas, fugas de capitales, destrucción de inversiones, pérdida de confianza, y en general la debacle que se cierne sobre el país y que impactará con toda su fuerza en las semanas y meses por venir.

Ahora toca ver qué sigue. AMLO debe definir literalmente en estos días si finalmente tiene capacidad de enmienda o si cual mula terca, es capaz de seguir empujando en la misma dirección a pesar de que se ve frente a nosotros un profundo abismo. Su escapatoria usual que era el "combate a la corrupción" para distraer la atención no es viable ni creíble, no lo era antes para muchos, no lo es ahora para nadie a partir de ver lo que hizo en video el nuevo hermano incómodo de nombre Pío.

No teniendo esa puerta falsa llegó la prueba del ácido. O se corrige y finalmente se empieza a recurrir a la técnica, a la ciencia, y a la experiencia, para ahora sí entrarle de lleno a la agenda de las cosas que realmente importan a la ciudadanía. O se radicaliza y piensa que la agenda de destrucción se debe apretar y apresurar. Hasta ahora ha optado por lo segundo. Por eso el país marcha tan mal.

Debemos ser claros de que ni en este caso ni en ningún otro hemos solapado o dejado de criticar lo que se hizo en sexenios pasados, particularmente en el que gobernó Videgaray a través de Peña Nieto. Los excesos fueron descomunales y evidentes. Le haría muy bien al país que se apliquen todos los protocolos de investigación y solvencia procesal para asegurar que a cualquier persona que se investigue, acuse y sancione, sea con estricto apego legal.

En este rasero caen absolutamente todos, incluyendo los actores del pasado, pero también los del presente, incluyendo evidentemente a AMLO, su familia, sus coequiperos y el propio Morena. La justicia debe ser neutra, transparente e imparcial. En caso contrario no es justicia sino simulación y arbitrariedad – justo lo que estamos viendo ahora.

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Y si el combate a la corrupción era una prioridad para el gobierno federal, eso no ha sido visible. Han adjudicado directamente 80% de los contratos de bienes y servicios (sin licitación pública), no han dejado que opere el Sistema Nacional Anti-Corrupción, tienen en sus filas a personas con escandalosos casos de corrupción (Manuel Bartlett, Napoleón Gómez Urrutia, y hasta Irma Eréndira Sandoval quien en teoría tendría que dar la lucha contra la opacidad), realizan un manejo absolutamente opaco del presupuesto (particularmente en obras faraónicas y absurdas), marginan recursos a la salud y la seguridad (no siendo creíble que digan que les importan esos temas), y carecen de contrapesos (bien sea porque los han destruido o porque tienen a personas incapaces pero incondicionales a cargo de dichas instancias de revisión).

Y así nos volvemos a topar con los hechos. AMLO y la 4T no han propalado el respeto al Estado de Derecho, sino todo lo contrario. Cuando pudieron haber promovido y permitido que la FGR con autonomía y solvencia llevaren a cabo las investigaciones puntuales para hacer historia y procesar a expresidentes a quienes se pueda imputar y acreditar la realización de ilícitos, optaron por vulnerar a la FGR, subyugarla a sus preferencias electorales, a montar un show mediático para denostar a sus adversarios políticos, y a quitar toda la posibilidad de realmente impartir justicia.

Lo que no midieron ni AMLO ni sus súbditos colaboradores fue que esa medicina la recibirían en boca propia con la grabación de Pío. Se hizo imposible defender que esa filtración no era viable cuando ellos hicieron lo mismo en los días inmediatos previos. Las frases lapidarias de AMLO diciendo que era necesario y oportuno ver esos videos para depurar la vida nacional hicieron imposible decir que el video de su hermano tenía otra implicación. Aunque quiso minimizar su impacto, lo hizo aceptando los hechos, lo que involucra confesar un delito electoral expreso, similar al momento en que aceptó su responsabilidad para liberar a Ovidio Guzmán.

Así llegamos al momento actual. Las preguntas se agolpan. Pero lo único cierto es que los actuales salieron iguales pero peores. Además de rateros son incongruentes, y de paso han dinamitado todo a su paso. Las grandes promesas las empañaron con incapacidad e ineptitud. Y esto de que eran diferentes ha quedado demostrado gráficamente que es una vil mentira. Son los mismos, pues se forjaron en la misma escuela, pero ahora se ostentan con una apariencia distinta. Pero para su sorpresa ya se desvaneció la fachada, se desdibujó la pintura con que se habían disfrazado, y se mostraron como lo que son, unos malos actores y peores gobernantes.

Por eso no podemos olvidar que siempre se puede estar peor. También que es el momento para que la ciudadanía recuerde que somos los dueños del balón. A los gobernantes los contratamos temporalmente. Y por lo visto en 2018 el resultado electoral, aunque legítimo, resultó muy equivocado. Por ello exigir impartición de justicia a quienes quebranten la ley, a todos, y de otra suerte ir preparando el terreno para el escrutinio que significa el ejercicio electoral del 6 de junio de 2021.

Ahí es donde podemos ejercer nuestra determinación y ver si ahora sí en serio podemos tener una nueva generación de servidores públicos que sean los que verdaderamente cambien al país. Ya vimos que ni los de antes ni los de hoy lo van a hacer. Eso ya está claro y en videos para todos sin excepción.

P.D. El entusiasmo que ya empezamos a ver en los Estados Unidos de América para la elección de noviembre en que se pueda corregir el error histórico que llevó a la presidencia al señor naranja, finalmente puede cambiar y tener personas con sentido común, agenda ciudadana, y transparencia de gestión. El cambio en EUA sería un magnífico ejemplo a seguir en nuestro país.

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Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE.

Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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