Este es el criterio sostenido por Transparencia Internacional, organización no gubernamental fundada en la década del 90 y con sede en Berlín, que ha ido adquiriendo una creciente atención con sus estudios referidos a los distintos países y sus estimaciones de los Índices de Percepción de la Corrupción para los mismos.
También, organismos internacionales (Naciones Unidas, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y Desarrollo) se han ido interesando en forma creciente respecto de este problema y han generado estudios que buscan ahondar en la cuestión de la corrupción.
Así, el 29 de septiembre de 2003 la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, primer instrumento jurídico anticorrupción con normas vinculantes a los países signatarios.
Pueden encontrarse referencias a este “problema” en las obras de Bernard de Mandeville, en Rousseau, en Hume, en Bentham.
El FMI, identifica orígenes aún más remotos de este lamentable fenómeno. Así señala que hace 2,000 años en el Reino de la India su Primer Ministro Kautilya había escrito un libro Arthashastra referido a la corrupción. Y hace siete siglos Dante ubicó a los bribones corruptos en las partes más profundas del infierno. Shakespeare siempre le dio a la corrupción un rol prominente en sus obras. Y, a título anecdótico, The Financial Times caracterizó al año 1995 como al año de la corrupción.