Para la 4T, el caso Lozoya es mucho más que un simple caso de corrupción; el caso es un pase directo a una elección 2021 sin oposición, una licencia para descarrilar la discusión pública y, sobre todo, una cachetada con guante blanco a quienes se han burlado de las acusaciones López Obrador ha hecho contra los partidos tradicionales.
Es por ello que el caso de Lozoya no se trata de que alguien quede preso, ni de si los delitos han o no prescrito, el caso se trata, en realidad, de evidenciar tres cosas.
La primera cosa que se busca evidenciar es que todos los partidos son iguales, menos Morena. Todo parece indicar que el caso de Lozoya dará evidencia de que el Pacto por México no fue el resultado de que múltiples fuerzas políticas pusieran a un lado sus intereses particulares para ponerse de acuerdo sino de que el PRI los corrompió a todos. El caso mostrara con prístina claridad que, salvo Morena y otros partidos menores, no hay un solo partido tradicional que no haya traicionado a México olímpicamente. El caso le arrancará los últimos dejos de legitimidad que le quedan a la oposición y los destruirá. Lozoya hará que Morena sea, en 2021, la única alternativa.