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#BuróParlamentario | Designación de “terciopelo”

La pregunta que prevalece es ¿qué habrá sucedido para que la oposición renunciara a su lista de aspirantes al INE o para que diputados del bloque rebelde votaran a los nuevos consejeros?
lun 27 julio 2020 06:20 AM
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Toma de protesta de cuatro nuevos consejeros del INE.

Entre aplausos y un clima de camaradería, la tarde del pasado 22 de julio, la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados decretó como aprobado el acuerdo para la designación de 4 nuevos consejeros del INE.

En una conferencia, los líderes de las ocho bancadas anunciaron que habían llegado a un acuerdo que definieron como un logro inédito, producto del consenso entre todas las fuerzas políticas en beneficio de México. Y en efecto, la votación logró el mayor consenso (98% de diputados presentes) de cualquier proceso de selección de consejeros en la corta historia del INE.

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Además, por primera vez (y curiosamente) no se registró el voto en contra de algún bloque opositor ni se publicaron críticas abiertas de diputados a la decisión. Situación que parecía común a estos procesos, como cuando en 2014 una fracción del PRD, PT y MC votó en contra de los candidatos propuestos al pleno por la Jucopo denunciando que el proceso había sido opaco y parcial; o en 2017 cuando la oposición provino de los 31 diputados de Morena quienes reclamaban la imposición de perfiles allegados a los tres partidos mayoritarios en ese momento (PAN, PRI y PRD).

Con los resultados de la votación del 22 de julio para estos cuatro nuevos consejeros, y tras conocer las declaraciones de los coordinadores parlamentarios, se podría pensar que el proceso de selección se vivió como una luna de miel entre partidos. Sin embargo, antes de las sonrisas y las loas democráticas, las cosas fueron muy distintas. Recordemos que, en marzo, el PAN impugnó –e incluso presentó un amparo ante el juez Décimo de Distrito en materia Administrativa de Ciudad de México– contra la designación de John Ackerman como integrante del Comité Técnico de Evaluación por su cercanía con Morena. Aun así, Ackerman permaneció en el comité y cuando se dieron a conocer las cuatro quintetas seleccionadas por este grupo de expertos, acusó a sus compañeros de haber sido omisos en declarar conflictos de interés con varios aspirantes.

Y qué decir del grupo de diputados rebeldes del PT, PES y Morena que amenazaron con reventar el proceso y votar en contra de cualquier propuesta tras presentar a su coordinador una carta firmada por 65 legisladores.

En dicha carta se sostenía que, entre los 20 nombres seleccionados por el comité, había infiltrados disfrazados de boas quienes podrían “anular cualquier esperanza de cambio democrático en el país”. Finalmente, en esos mismos días, las fracciones de oposición presentaron a la Jucopo una propuesta con sus candidatos, Rita Bell, Miriam Hinojosa, Iulisca Bautista, Yuri Beltrán Javier Aparicio y Rodrigo Escoba, Carla Humphrey. Sin embargo, el documento que Morena presentó para subir a votación de pleno sólo incluyó al último perfil. Es decir, Morena terminó imponiendo a sus candidatos.

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Ante todo esto la pregunta que prevalece es ¿qué habrá sucedido para que en tan corto tiempo la oposición renunciara a su lista de aspirantes o para que diputados del bloque rebelde como Gerardo Fernández Noroña súbitamente olvidaran su propósito de “defender la democracia” de perfiles “aviesos” y “peligrosos” que se cocinaban para ser votados?

Si los 43 diputados del PT (más algunos de Morena y el PES) se hubieran mantenido en su postura de votar en contra, Mario Delgado habría tenido que negociar con la oposición para llegar a la mayoría calificada. Con los costos que eso implicaría –como posiblemente ceder algún candidato–. En este sentido, si el bloque rebelde de petistas fue una amenaza real, valdría la pena preguntarnos qué les pudo ofrecer la coordinación de Morena para apagar sus ansias de tirar la votación. Pero si el bloque fue un amago estratégico de Morena para advertir a la oposición (PAN, PRI, PRD y MC) los peligros de su no cooperación (y minar la credibilidad del INE), el movimiento fue magistral.

Ahora bien, en el caso hipotético de que todos los diputados de oposición -más los independientes- se hubieran aliado contra la coalición del gobierno, les habría faltado un voto para bloquear a los candidatos de Morena. Con la aritmética en su contra, lo único que le quedó a la oposición fue manejar los tiempos y adelantarse al grupo de rebeldes del PT para avalar a los candidatos de Morena pudiendo todavía pedir algo a cambio.

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Entre las varias pistas de negociación para lograr este acuerdo, la más importante es sin duda la presidencia de la Mesa Directiva para el último año legislativo.

Con sus 46 legisladores, el PRI es aún la tercera fuerza política de la asamblea por lo cual le correspondería la presidencia. Sin embargo, con la actual conformación partidista bastaría con que 4 diputados del PES o de Morena se cambiaran al PT (cosa que es probable) para que este grupo pueda reclamar la presidencia. ¿Habrá sido esa la moneda de cambio para lograr una “designación de terciopelo”?

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Nota: Sergio A. Barcena es doctor en Ciencia Política por la UNAM. Especialista en Poder Legislativo. Investigador del Tec de Monterrey y director de la asociación Buro Parlamentario.

Buró Parlamentario es una asociación civil que busca vigilar al Poder Legislativo promoviendo una ciudadanía informada, activa y participativa.

Twitter: @BuroParlamento

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Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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