#ColumnaInvitada | Política sin políticas públicas

Todo esto abonó progresivamente el terreno para que –acelerados por una mayor conectividad tecnológica– 30 millones de votantes vieran en un candidato, el vehículo para “castigar” a la política tradicional. Así, la mayoría de los votantes compró la narrativa: ante los excesos de una “minoría rapaz” resultaba importante construir una alternativa incluyente de las mayorías empobrecidas y eliminar la ineficiencia creada por su corrupción.

Con base en esto, el nuevo gobierno se esmera por diferenciarse del “viejo régimen”. En el discurso, busca ser incluyente, enfocándose en las mayorías sociales; plantea eliminar la corrupción y con ella sus distorsiones en la vida pública; critica a las instituciones creadas en esa época y sobrepone a la política por encima de las políticas públicas.

Para garantizar la inclusión de las mayorías populares, los programas sociales que al día de hoy se supone llegan “directamente” a 25 millones de personas, consisten en transferencias para los sectores más desfavorecidos. Sin embargo, al carecer de padrones transparentes y reglas de operación, un fin loable pero con mala política pública, abona al clientelismo electoral para mantener el poder.

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Para combatir la corrupción, el gobierno de Morena insiste, día con día, en combatirla como receta universal para todos los males. Ha logrado disminuir la percepción sobre la misma, pero según el Inegi ésta ha aumentado desde el año pasado. No se arregla el problema de fondo con política pública, pero sí sirve como instrumento para atacar a adversarios políticos y concentrar poder.

Por último, el embate a los institutos autónomos señalados de burocráticos y costosos, contrasta con la voz que éstos han dado a grupos ciudadanos que no concuerdan con las decisiones del Ejecutivo. Así, ante la falta de propuestas que mejoren la política pública encargada a estos institutos, el ataque parece más una reacción contra lo que estorba al voluntarismo del poder.

El gobierno de Morena se enfoca en “hacer política” para diferenciarse de sus antecesores; la gran desgracia es que en su afán por hacerla no construye políticas públicas que resuelvan los problemas y transformen la realidad de manera integral. Lo preocupante es que ese modelo centraliza el poder, en lugar de descentralizarlo como se prometió.

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En un país como el nuestro, la #SociedadHorizontal que anhelamos será resultado de “hacer política” para descentralizar el poder, equilibrar la atención a las mayorías populares y hacerlo con políticas públicas que garanticen eficiencia. Hay que corregir el rumbo, la elección del 2021 es una gran oportunidad para ello.

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Nota del editor: El autor es abogado y economista, fue diputado federal, senador de la República y aspirante a una candidatura independiente a la Presidencia.

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