No obstante, desde 2014, año en el que la rectificación de identidad de género en el acta de nacimiento se permitió a mayores de edad por procedimiento administrativo, no ha habido otra gran reforma legislativa por los derechos de la población LGBTTTI.
Esto no significa que la igualdad y la no discriminación por homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia estén bajo control en la Ciudad de México. No podemos permitir que el poder legislativo se duerma en sus laureles (laureles ganados gracias a la labor y acompañamiento del activismo LGBTTTI).
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En este Mes del Orgullo, aún en el semáforo rojo de la emergencia sanitaria, hemos conocido casos de prejuicios en servicios médicos; expulsión y violencia del hogar, y lamentablemente, de transfeminicidios. Aunado al hecho de que no podremos salir a las calles a reafirmar que no nos avergüenza reconocernos, expresarnos y ser como somos, o amar a quien amamos.
A pesar de las particularidades de la conmemoración de este año, me gustaría que el Orgullo 2020, en el movimiento de la diversidad sexual, se recuerde no solo como otro año en el que celebramos los derechos ganados; sino como el año en el que exigimos que se avance en el reconocimiento de los que faltan.