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Hacienda pública y desigualdad económica, ¿qué tanto es tantito?

Nuestro columnista invitado explica las dificultades para lograr menos desigualdad económica y admite que el cobro de impuestos ayuda a reducir la desigualdad.
mié 27 mayo 2020 11:58 PM
Aspectos del Mercado Hidalgo en la Colonia Doctores
Los mercados son la principal fuente de suministro para las personas de menores recursos.

La desigualdad económica se mide de acuerdo con la diferencia, inexistente, pequeña o grande, que existe en el ingreso o la riqueza de las personas u hogares que integran un país. De acuerdo con la Real Academia Española, el ingreso es el dinero que entra en poder de alguien (flujo) y la riqueza es la abundancia de bienes y cosas (acumulación).

Los casos más extremos en la distribución del ingreso o la riqueza son cuando todas las personas tienen el mismo ingreso o riqueza (igualdad máxima) y cuando una sola persona tiene todo el ingreso o riqueza y el resto nada (perfecta desigualdad). Entre esos dos extremos se sitúa la distribución del ingreso o de la riqueza de todos los países del mundo.

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Dos de las formas más comunes para medir la desigualdad económica son coeficiente de Gini y el porcentaje de ingreso o riqueza que se concentra en la población más rica. La concentración que más frecuentemente se usa es la que ilustra la proporción de la riqueza o el ingreso que tiene el 10 por ciento de la población más rica. Por ejemplo, es muy distinto un país en el que el 10% con mayor ingreso solo concentra el 11% del ingreso total, que uno en el que el 10% posea el 80% del ingreso total.

Corrado Gini fue un demógrafo y sociólogo italiano que creó un coeficiente cuyo valor se sitúa entre cero y uno; mientras más cercano a cero, mayor igualdad y viceversa. En México, este indicador se calcula utilizando la información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, cuya versión más actualizada es la del año 2018 (ENIGH 2018).

La ENIGH 2018 recopiló información en casi 88,000 viviendas a lo largo y ancho del país. El coeficiente de Gini de México es de 0.475, un valor elevado en comparación con sus pares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En la siguiente gráfica (datos de 2018 para México) se muestra que el nivel de desigualdad de México en términos del ingreso de mercado (sin intervención del gobierno) es más igualitario que el de 16 países, entre ellos Irlanda, Grecia, Portugal, Italia o España.

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Sin embargo, en la mayoría de los países de la OCDE, el nivel de desigualdad disminuye drásticamente después de los ingresos y las transferencias gubernamentales.

La excepción es México, donde la intervención del gobierno mexicano apenas disminuye unas centésimas el coeficiente y lo deja como el país con mayor desigualdad en el ingreso, incluso por encima de Chile y Turquía.

¿Qué hace o deja de hacer el gobierno mexicano para obtener este pobre resultado en comparación a sus pares de la OCDE? La respuesta se encuentra en un documento público muy interesante y muy poco difundido: “DISTRIBUCIÓN DEL PAGO DE IMPUESTOS Y RECEPCIÓN DEL GASTO PÚBLICO POR DECILES DE HOGARES Y PERSONAS, 2018”.

Este documento es presentado a los diputados y senadores por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por mandato de Ley (en cumplimiento de lo establecido en los artículos 25 de la Ley de Ingresos de la Federación) para que el Poder Legislativo conozca el impacto de la política fiscal (ingreso y gasto público) en la distribución del ingreso.

Se debe destacar que, en conjunto, el cobro de impuestos ayuda a reducir la desigualdad de ingresos, en especial el Impuesto sobre la Renta y pero no así el Impuesto al Valor Agregado. El gasto público es el que prácticamente no reduce la desigualdad.

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Esto se debe, fundamentalmente, a dos razones: en primer lugar, el gasto público es muy pequeño en comparación al de los países de la OCDE. A manera de ejemplo, en promedio, los países de la OCDE destinaban en 2018 un 6.6% del PIB al gasto público en salud, mientras que en México solo un 2.2%.

En segundo lugar, existen conceptos de gasto que benefician más a los mexicanos con ingreso alto que a los que tienen ingreso bajo, como el caso del gasto en educación pública superior o el gasto en pensiones, que benefician principalmente al 20% de mexicanos con más ingreso.

Finalmente, es importante preguntar qué nivel de igualdad es deseable. Las visiones más extremas son, por un lado, que todos percibamos el mismo ingreso y, por otro, que no exista mecanismo público de redistribución y cada uno reciba lo que puede ganar en el mercado.

A mi parecer, la virtud se encuentra en el punto medio, que Norberto Bobbio describe así: “En sociedades donde la mejora económica dependa del mérito y/o el esfuerzo y donde exista igualdad de oportunidades, que no se discriminen ni en función del sexo, raza, clase social o credo, las desigualdades económicas no deben ser causa de malestar ni preocupación”.

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Nota del editor: el autor es secretario académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana. Premio Nacional de Administración Pública (INAP) 2003.

Twitter: @AntonioS_Andreu

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Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.

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