Si bien en las primeras semanas de adaptación se presentó un caos que originó desabasto de productos en las tiendas, a estas alturas los consumidores están pensando más en el momento de gastar al comprar algo; se han vuelto más exigentes por la incertidumbre que tenemos hacia una visión de mediano y largo plazo por los efectos en el freno de la actividad económica y el desempleo a nivel regional como global que se han venido presentando.
Dada la situación, ahora el consumidor reflexiona más en qué y cómo gastar respecto a sus necesidades a cubrir. Tenemos que pensar qué sucederá cuando acabe el distanciamiento social y la economía active su engranaje para empezar a funcionar de nuevo. Es una realidad que, normalmente después de vivir una situación crítica, quedan temores o fobias que generan cambios de hábitos por ejemplo, respecto a asistir a los lugares como rutinariamente lo hacíamos, a tiendas o a eventos donde se encuentren grupos de gente numerosos; pero ¿cómo será el comportamiento en el gasto del consumidor?, y ¿cuál deberá ser el comportamiento de las empresas que sufren con los cambios de hábitos del consumidor? Las marcas deben ser empáticas y contribuir a la sociedad más allá de su core de negocio, generar confianza y afinidad, las personas necesitan que las entiendan desde su propia personalidad y necesidades emocionales, funcionales y económicas.
Hoy se hace necesario para las empresas anticiparse a las preocupaciones y necesidades del consumidor, donde las marcas necesitarán tener una comunicación asertiva buscando su generación de valor y crecimiento, acelerando a la vez su transformación digital. Los consumidores buscarán mayor seguridad fijándose en que los productos que compren estén libres de riesgo y mayor calidad en cuanto a estándares y eficacia, particularmente respecto a productos de alimentación, limpieza, y antisépticos. El origen de los productos puede también convertirse en un elemento clave para los consumidores, la apuesta por los productores locales en productos frescos así como en los ingredientes hará que los consumidores se acerquen más a ellos.
Aunado a las elementos antes mencionados se encuentra la limitante financiera que hace del consumidor un ser más consciente, demandante y crítico no solo con lo que compra sino con la forma en que vive en general, por lo que es seguro que después de la crisis lo que prevalecerá será consumir cada vez menos y mejor.