El epidemiólogo Hugo López-Gatell es parte ya de la historia de México. Más que ninguna otra figura, la voz del elocuente subsecretario de Salud será recordada como la brújula de las acciones del gobierno mexicano para contener y mitigar la epidemia de coronavirus que paralizó al mundo en el 2020.
#LaEstampa | Hugo López-Gatell frente a la historia
En solo algunas semanas en el escenario público, López-Gatell se ha ganado el respeto de la audiencia que lo sigue en las conferencias de prensa vespertina que ofrece, con gran instinto de comunicación, para explicar el rumbo de las medidas que se toman día con día. No le faltan críticos, y es bueno que así sea. López-Gatell ha decidido lidiar con la pandemia siguiendo un polémico sistema de diagnóstico de casos. En redes sociales se le critica con frecuencia, exigiéndole que ofrezca datos claro no de lo que arroja el llamado “modelo centinela” sino lo que le sugieren las cifras reales de contagios en el país. López-Gatell insiste en que el sistema propuesto es el adecuado para un país como México. Y el debate continúa.
Por supuesto, será la historia la que decida si Hugo López-Gatell ha tenido razón y si el gobierno mexicano ha actuado como debía ante la mayor amenaza de salud pública en México desde la influenza A-H1N1, cuyos riesgos eran claramente menores al COVID-19 que hoy nos amenaza.
Pero algo hay que rescatar de una buena vez. Es preferible que la discusión de lo que ocurre comience y termine con voces expertas. Este no es tiempo de políticos: es tiempo de científicos, de expertos. Lo mismo ocurre en otras partes del mundo, en las que los hombres de ciencia han retomado el lugar que les corresponde para dejar de lado, aunque sea temporalmente, a los hombres del poder.
Esto, insisto, es una buena noticia. Una de las partes más tristes de la época de la post-verdad que nos aqueja es la pérdida de prestigio de los expertos. Todo mundo cree saber más que los que realmente saben, empezando por los políticos, que monopolizan el micrófono cuando lo único que deberían hacer es dejarlo en paz y cederlo a las voces cuya autoridad proviene del conocimiento, no de la persecución del poder.
Ya habrá tiempo de juzgar las decisiones de Hugo López-Gatell. Por lo pronto, agradezcamos que la voz que se escucha es la suya y no la de otros, que de ciencia saben muy pero muy poco.
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