¿Mujer, madre, trabajadora, amiga, PROTECTORA, en qué orden?, sí a este torbellino que hemos “normalizado”, en donde el estrés está diseminado entre la escuela de las y los hijos, ser las mejores en el trabajo (porque hay que demostrar todo el tiempo que somos las más calificadas para ese puesto), cuidar a las personas mayores, enfermas o con alguna discapacidad, entre otras. Ahora bien, todo eso lo seguimos haciendo, sumando en tres factores; hacer lo mismo en el espacio de casa, al mismo tiempo, con el estrés que nos da el contagio del COVID-19.
Este histórico momento, nos demuestra la fragilidad del modelo en que hemos vivido, refleja la pobreza de tiempo que tenemos las mujeres, que incrementa el complejo de que pese a todo lo que haces: no es suficiente. Hoy, el debate se fortalece al querer cuidar a nuestras familias, en pensar en la situación de vulnerabilidad de las personas enfermas y adultas mayores, las tareas de las y los menores, quienes ante la contingencia se encuentran varados en casa, así como las actividades del trabajo remoto.