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Necesitamos verdaderos hombres

Ante la emergencia de violencia contra las mujeres, sorprende que el presidente López Obrador no sea capaz de despegarse de su propio conservadurismo y atavismos.
lun 24 febrero 2020 07:00 AM
Don Porfirio Salinas
Don Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario internacional. Priista orgulloso de “el valor de nuestra estirpe” (Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe. Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde cualquier trinchera.

La actual violencia contra las mujeres es la peor crisis social que hoy vive México, y puede convertirse en la primera gran crisis política del presidente López Obrador ante su clara incapacidad, no sólo de acción, sino de entender la problemática social que tiene en frente.

Sorprende de un presidente que ganó gracias a su gran habilidad para leer y entender las problemáticas sociales. Tal vez hoy se demuestra que, ante una problemática tan profundamente cultural e histórica, ni siquiera él es capaz de despegarse de su propio conservadurismo y atavismos.

Pero sorprende aún más que todas las mujeres del gabinete, esas que tanto pregonan ser el primer gabinete paritario en México, están ausentes. Han sucumbido ante su conservador jefe máximo, empezando por su esposa, que se doblegó ante la imposición de su hombre.

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Y desde el partido oficial es la misma historia, no se ha visto a sus legisladores hablar fuerte y claro, salvo muy contadas excepciones. Y su presidenta (¿o no?), prefirió minimizar los llamados diciendo que las mujeres deben ser “más creativas”, lo que sea que eso signifique.

Podemos o no estar de acuerdo con las formas actuales de protesta. Podemos o no estar de acuerdo con lo que realmente significa feminismo. Lo que nadie podemos negar, es que la desesperación, la frustración, el coraje y el dolor que vemos hoy son absolutamente justificados.

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A muchos les incomoda el día sin mujeres. Lo que realmente debería molestarnos es que diario nos quedamos sin 10 mujeres y niñas. Diario, muchas familias se quedan sin sus mujeres de por vida.

A muchas mujeres les indigna la estrategia. Las invisibiliza, dicen. A esas mujeres deberían indignarles más las decenas de miles de mujeres que han muerto. Ellas sí son invisibles hoy.

Ante la crisis actual, debemos respetar todas las posturas. No denostemos a quienes piensan y actúan diferente, siempre que no violen derechos a otros. Solidaricémonos y comprometámonos, cada quien según sus posibilidades.

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Ya no es únicamente la eterna discusión no resuelta de falta de inclusión o de oportunidades para las mujeres. Hoy, el problema es mucho más profundo. Hoy, es la vida de nuestras niñas, de nuestras jóvenes, de nuestras mujeres la que está en peligro a diario.

Los números están a la vista de todos. No hay espacio seguro. Los ataques, los abusos, las vejaciones, los crímenes pasan en todos lados. Calles, espacios públicos, empresas, escuelas, pero sobre todo, en nuestras propias casas, allí donde más seguras deberían estar.

Y los niveles de crudeza, de saña, de violencia son cada vez mayores. Cada vez son más los casos que nos revuelven el estómago y nos estremecen hasta lo más profundo. Y cada vez más, las víctimas son de menor y menor edad.

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Hoy, no sólo estamos acabando con nuestro presente, estamos depredando a nuestro futuro.

La profunda violencia de género que hoy vivimos debe ser el punto de inflexión para México; no puede ni debe seguir ignorada por gobierno ni sociedad, particularmente por los hombres.

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Los hombres, los verdaderos hombres, no podemos seguir ajenos a la violencia que hoy enfrentan las mujeres en México. Debemos demostrar empatía y solidaridad ya.

Los hombres, los verdaderos hombres, debemos ser los lugares seguros que hoy tanto necesitan nuestras niñas, nuestras jóvenes y nuestras mujeres. No sus verdugos.

Los hombres, los verdaderos hombres, no matamos a nuestras mujeres, a nuestra sangre. Las protegemos, las cuidamos, las impulsamos y las respaldamos.

Los hombres, los verdaderos hombres, no somos ciegos ante la realidad ni nos quedamos sentados rascándonos los tanates. Enfrentamos la crisis, alzamos la voz, acompañamos la lucha.

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Los hombres, los verdaderos hombres, no replicamos estereotipos ni roles tradicionales de género en nuestra niñez. Enseñamos, con el ejemplo, los valores de respeto, de tolerancia, de inclusión, de libre pensamiento y decisión.

Los hombres, los verdaderos hombres, no atentamos contra nuestro tejido social. Trabajamos por cohesionar a la sociedad.

Los hombres, los verdaderos hombres, cuando gobiernan, no dan la espalda a una crisis social tan profunda como la actual; mucho menos la minimizan y estigmatizan. La encaran, usan todas las herramientas que les da el Poder para solucionarla.

Señor presidente, ¿está usted dispuesto a demostrar que es un verdadero hombre? ¿A actuar ya contra el problema más grave que hoy vivimos los mexicanos, y que está matando impunemente a la mitad de la población; esa mitad que se volcó a las urnas en 2018 y que en buena medida le ayudaron a tener su victoria?

Urge un verdadero hombre que lidere con hechos, y no sólo engatuse con palabras. Y urgen verdaderos hombres que entendamos que nos estamos suicidando; que nos reconozcamos como responsables de actuar juntos para recuperar a México de esta crisis. ¿Estaremos a la altura?

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Nota del editor: Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

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